Hasta por dos ocasiones ha retrasado la pandemia la puesta en circulación de estas 15 nuevas canciones de Alicia Keys, un dato que nos sirve como indicio sobre el interés renovado de la neoyorquina por que la prestemos atención en las mejores circunstancias posibles. De acuerdo, ser escuchado es un anhelo común para cualquier artista, con independencia de su condición y naturaleza, pero nuestra protagonista podría haberse encomendado a su ascendente, aparataje promocional y el respaldo seguro de unos fieles que se cuentan con millones. Y no. Alicia se afana en que la escuchemos. Quizá porque llevaba cuatro años sin una nueva entrega, y la inmediatamente anterior (Here, 2016) ha acabado asentándonos en la memoria como la más endeble de su trayectoria. Pero, sobre todo, porque esta vez disponía seguramente de las mejores cartas en estos casi 20 años que llevamos disfrutando de su compañía.

 

Me x 7, un título que resume ese estribillo absolutamente irresistible (prepárense para tararear eso de me me me me me me me), es el mejor ejemplo de orgullo, autoestima y golpe en el pecho. Keys enarbola su más satisfactoria colección de canciones en años y se remanga para hacérnosla llegar de la manera más orgánica posible. Alicia es r’n’b urbano y contemporáneo, sin duda, pero no carga las tintas en una producción rutilante ni en los sobradísimos recursos vocales de su protagonista.

 

El factor con más peso aquí es el repertorio. Extenso, ecléctico, generoso en colaboradores que aportan sabores adicionales pero no el relumbrón de los trienios ni los galones. Porque, salvo la inmensa Jill Scott (a la que se le conceden honores de título en su participación: Jill Scott), todos los convocados son sensiblemente más jóvenes que la firmante de este álbum.

 

Nombres de refresco para un trabajo en el que el empeño último pasa siempre por sumar al resultado global y no por deslumbrar puntualmente. En todo álbum de cierta extensión (y estos 15 cortes nos llevan hasta los 55 minutos) estamos tentados a pensar que un último ajuste en el cronómetro podría haber sido buena idea, sobre todo por la profusión de baladas melosas en el último tramo (Perfect way to dieGood job), a veces casi michaeljacksonianas (You save me). Pero la sensibilidad soñadora de Jill Scott, que podría haber firmado un Stevie Wonder veinteañero, o el encanto acústico de Gramercy park, que parece rozar la canción de autor, despejan cualquier duda sobre ese segundo tramo de Alicia.

 

Porque la primera mitad, dejémoslo claro, es brutal. Los bajos profundos y adictivos de Time machine cimentan uno de los grandes singles del año, categoría a la que también podría optar la impecable Underdog. Y los dúos con Miguel (Show me love) y el fabuloso Sampha, en un 3 hour drive tan vaporoso que nos trae a la memoria aquel Calling you, tema central de Bagdad Café, certifican que nuestra Alicia Augello Cook conserva un olfato exquisito. Bueno es, tras algún traspié que otro, volver ahora a certificarlo.

 

 

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