Este disco es un estreno tan solo relativo, por cuanto sus dos horas de música ya vieron la luz en la edición que El País difundió en diciembre pasado y el audio es idéntico a aquel, más allá de alguna variación indetectable en cuanto a los micrófonos de ambiente. Así pues, la gran novedad aquí radica en la inclusión del DVD con lo sucedido el pasado 28 de octubre en el WiZink madrileño. Este formato audiovisual, en teórico desuso, aquí se vuelve complemento merecido y deslumbrante para testimoniar el talento tantas veces contrastado de Eva Amaral y Juan Aguirre, inmortalizados en su madurez, con sonido rutilante y una realización audiovisual casi tan espectacular como la que Vetusta Morla desplegaba en “15151”, una entrega registrada en ese mismo pabellón madrileño. Aquella noche de octubre pasado solo eché en falta ‘Siento que te extraño’, canción bellísima recuperada a principios de la gira y que volvió a caerse del repertorio, quizá porque a la propia Eva le resulte demasiado traumática. Y quizá habría sido buena alguna rareza más, la reivindicación de eso que los ingleses llaman “deep cuts” y que Amaral, después de ocho álbumes con muy buena nota media, pueden aportar en número significativo. Pero el disco, que gira en torno a “Nocturnal” y los éxitos ineludibles, es una preciosidad de la que estos dos zaragozanos honestos y rabiosamente melómanos pueden sentirse muy orgullosos. Ese último disco requería un consumo parsimonioso, tan inusual ahora, y solo con la perspectiva de los años se aprecia bien la grandeza de “500 vidas” o “En el tiempo equivocado”. La presentación de anoche en el Observatorio Astronómico fue una preciosidad cósmica, aunque Juan y Eva anden con la cabeza más en ese nuevo álbum, aún sin título, con el que reaparecerán en 2019. Pero ayer me explicó una astrónoma que la Luna se nos aleja de la Tierra a razón de 3,8 centímetros anuales. Que Amaral no dejen de gravitar a nuestro alrededor. A gente como ellos, sí o sí, los necesitamos.