El barcelonés Carles Gutiérrez no es ningún recién llegado, pese a que exhiba en portada un aspecto envidiable de eterna juventud. En realidad, va camino de las 42 primaveras y, aunque afronta ahora su puesta de largo como solista, nos lo hemos tenido que encontrar antes o después en alguno de sus múltiples proyectos.

 

Las suyas son ya sus dos buenas décadas de andanzas por aquí y allá, enrolado en formaciones como The Summer Lovers, Estación del Este, Muyayo Rif, 5 de Swing o Judit Neddermman: una fructífera ubicuidad en ese circuito de grandes músicos que conquistan los clubes pero rara vez se aproximan por las esferas de las celebridades. Mucho de ese ecléctico bagaje se transluce ahora, y nunca mejor dicho, en este Tot és ara que sirve casi como compendio de influencias y aprendizajes. Como catálogo riquísimo de un artista discreto, elegante, enemigo de lo estrafalario; todo un hallazgo para oídos curiosos que no necesitan ponerle etiquetas a todo lo que llega hasta sus pabellones.

 

La de Gutiérrez es una formación jazzística, como corresponde a su paso por el Conservatori del Liceu, pero este músico de Cornellá no se circunscribe aquí prácticamente a nada. Ni siquiera se reserva siempre el liderazgo sonoro, hasta el extremo de que la voz cantante en el tema de apertura y plato fuerte del lote, el espléndido GO, recae en el saxo alto de Joan Mas. Luego llegará la filigrana acústica y evocadora de la preciosa Nadia, que encajaría bien en un disco de Acoustic Alchemy. La inyección de pop mediterráneo que la voz de Laura Cruells inyecta a Terra. El frescor liviano que emana de Tot és ara, con el complemento de unas palmas aflamencadas.

 

Hace Carles Gutiérrez que lo bonito parezca fácil. Logra que los vericuetos, muchos, resulten naturales, imperceptibles. Lo compone casi todo él, pero con vocación de obras duraderas, sin urgencias ni guiños a pretendidas modernidades. Pero concede un par de versiones con Un trosset de cel (Àlvaro Barbero) y, significativamente, Hymne à l’amour, una melodía inexpugnable de Edith Piaf que pone broche de oro. No sin traernos a la memoria una versión en inglés (If you love me) a cargo de Maura O’Connell, memorable aunque mucho menos divulgada que la de Brenda Lee. Buena excusa para descubrirla.

 

Regalémonos esta escucha de un álbum generoso en contenidos y pluralidades, un puñado en que el jazz de elevado octanaje (Boira) se amiga de la etérea efervescencia de Flying, con las percusiones de Aleix Tobias. Cuánto bueno para desentrañar aquí.

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