El destino quiso entrelazar a Emilia Lazo y Pablo Cáceres, dos inquietos artistas chilenos, en una escuela de interpretación en Madrid. Y en esas calles mesetarias, a sus buenos 10.000 kilómetros de Santiago de Chile, comienza a fraguarse la aventura de Emilia y Pablo, un dúo joven de personalidades clásicas, profundas y enraizadas. Dos hijos de su tiempo que no han querido dejar de impregnarse de tantas cosas buenas que pueden aprovecharse entre tantas enseñanzas que nos han ido legando nuestros mayores. Como una suerte de versión folclórica y sudamericana de Tuck & Patti, la pareja se estrena con una obra conceptual y concienzuda, un recorrido por un universo de magia, sueños, rituales e inquietudes. Todo muy apegado a la tierra, si bien se mira, por mucho que la imaginación pueda elevarnos muchos kilómetros el vuelo.

 

Territorio de delirio es un debut ensimismado, valiente, absolutamente alejado de modas y caminos predefinidos. En su santuario particular figuran los grandes del folclor andino y alrededores geográficos, en una relación en la que nunca olvidan mencionar a Mercedes Sosa, Violeta Parra, Quilapayún, Los Jaivas, Caetano Veloso o el viejito venezolano Simón Díaz. Pero la formulación de todos esos aprendizajes es libérrima, a veces casi telúrica. Este es un debut complejo, por su evidente alergia al estribillo cantable, el ritmo acelerado o la instrumentación exuberante. Pero es admirable que el tándem sepa, desde sus primeros pasos, colocar en un espacio tan preponderante el silencio. La sorpresa. El misterio de lo que solo llega a ser sugerido.

 

Entre medias, el charango de Cáceres puede alegrar algunos pasajes, mientras que la sorprendente y magnífica irrupción de Niño de Elche en Flores muertas lanza un guiño al flamenco y, de paso, a los cantes de ida y vuelta, que tanto interesaron al ilicitano en Colombiana, su proyecto de 2019. Acaba por teñirlo todo de tersura el infalible Diego Galaz, tan pendiente aquí de violines como de cuatros venezolanos y tareas de producción. Atención a Belleza antigua, quizá la pieza más redonda y esplendorosa, al tiempo que el título más elocuente.

 

Y así nos queda un disco hechizado, absorbente y profundamente lírico, la obra que nadie había visto venir en esta España de 2021. Una sorpresa monumental a cargo de unos debutantes con mucho aprendizaje previo, empeñados en colocarnos el cono sur en el centro mismo de nuestras fascinaciones.

 

2 Replies to “Emilia y Pablo: “Territorio de delirio” (2021)”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *