La muchacha responde al nombre de Loreley Rodríguez y por sus venas corre sangre hondureña, por mucho que la partida de nacimiento tenga sello angelino. Trust me baby, de hecho, alterna castellano e inglés con el bendito desparpajo del bilingüismo puro, esa fuente de riqueza que los mastuerzos del mundo contemporáneo, últimamente en auge imparable, no comprenderán jamás. En esa pieza en concreto puede recordarnos esta joven de zapas y calcetines blancos a Julieta Venegas, pero habremos de ampliar el espectro: Loreley es joven, inquieta, autosuficiente, sagaz, muy hábil en el arte del yo me lo guiso y yo me lo como. Us es solo su segundo álbum y sirve como prolongación y complemento del primero, Me, más introspectivo y confesional; Empress Of ha pasado, como sus respectivas portadas, del blanco y negro retraído al desparpajo del color. Su acercamiento al pop electrónico es más independiente que explosivo: Us se hace muy ameno y cercano, pero no pretende tanto que nos desparramemos como que veamos en Rodríguez una hábil conquistadora. Por eso Timberlands, sutil y susurrante, delicada hasta en la caja de ritmos, es incluso aún más sugerente que All for nothing o I’ve got love, píldoras llamadas a sonar a toda pastilla en la próxima reunión de amigotes modernuquis con domicilio en Malasaña. Us dura unos prudentísimos 32 minutos, pero se pasa en un suspiro. Por variado, fresco, diverso y, en último extremo, contagioso. Y porque Loreley, con o sin ordenadores portátiles de por medio, es dueña de una voz exuberante.

 

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