De aquella no lo llamábamos así, porque el verbo es ya hijo del nuevo siglo, pero Jonatha Brooke formó parte destacada en la primera gran avanzadilla del empoderamiento. En los años del grunge y del brit pop, movimientos ricos en testosterona, florecieron asimismo, y casi de manera simultánea, Alanis, Liz Phair, Shawn Colvin, SaraMcLachlan, Jill Sobule, el asentamiento solista de Natalie Merchant tras su paso por 10,000 Maniacs y unas cuantas más. Al principio de la década ya habían asomado Sam Brown o Beverley Craven, aunque de ellas, pobres, nos acordemos menos. Y en mitad de todo aquel florecimiento femenino, Brooke debutaba en solitario colocando un elegante vestido corto y negro de tirantes como percha (nunca mejor dicho) para la portada. Una sutil declaración de orgullo, absolutamente fundamentado: pocas colecciones, propias o ajenas, pueden rivalizar con estos 11 originales (el duodécimo corte, a modo de simpático epílogo, es un solo de gaita irlandesa de un minuto a cargo de Jerry O’Sullivan).

 

Brooke, natural de Illinois y afincada en Massachusetts, no era exactamente una principiante. De hecho, llevaba un par de discos como The Story, un dúo con la también estupenda Jennifer Kimball que optaba por una vertiente más folkie. Extrañamente, cuando el tándem se deshizo, Brooke quiso conservar el epígrafe de The Story como coletilla en la firma, pero este era un disco en solitario con todas las de la ley. Y con toneladas de talento reconcentrado, aunque faltase el reclamo de un single que se hiciera popular. Debió de serlo Nothing sacred, solemne y con un crescendo delicioso para el estribillo, pero el videoclip que había dirigido Michael Nesmith no pudo ver la luz hasta 25 años más tarde…

 

No nos lamentemos por cuestiones circunstanciales; lo mejor es constatar que el material, de pura solidez, se ha vuelto atemporal. Where were you? apuntaba a las raíces y sonaba como una versión dulcificada de la mismísima Bonnie Raitt. Inconsolable despuntaba como balada cadenciosa y trémula, mientras que West point se escoraba más a la canción de autor con alarde melódico. Charming sigue sonando originalísima, con esas estrofas desdobladas a diferente velocidad. Y justo antes nos habíamos encontrado con la preciosista Paris y sus fabulosos arreglos para cuarteto de cuerda.

 

El coprotagonismo masculino quedaba circunscrito a War, excepcional dúo de folk-rock junto a Bruce Cockburn (aunque la escritura de la canción a ratos suena, curiosamente, a otro Bruce: Hornsby). Jonatha conseguiría algún momento de mayor popularidad, sobre todo con aquel I’ll try de la mano de Disney. Pero no hay nada que supere la lozanía, elegante y orgullosa, sofisticada pero accesible, de este Plumb.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *