Buena, muy buena señal es que el álbum de una artista joven y emergente como Kaina Castillo incluya material enteramente propio salvo en una excepción, y que esta un clásico no del todo bien conocido del divino Stevie Wonder. Come back as a flower, el tema principal de aquel atípico Journey through the secret life of plants (1979), abre la cara B pero sirve como influjo para buena parte de la escritura de esta maravillosa revelación del soul más ensoñador y etéreo. Con ustedes, una muchacha nacida y radicada en Chicago e influida por la efervescente escena local, pero a la que también le encanta dar muestras de que la sangre que le corre por las venas es de origen venezolano por vía materna y guatemalteco por parte de padre.

 

Habrá quien tuviera ya fichada a Kaina gracias a Next to the sun (2019), un elepé de debut difundido desde un pequeño sello chicagüense, pero es ahora, integrada ya en las ilustres filas berlinesas de City Slang (Lambchop, Calexico, José González), cuando se dispone a conquistar el mundo a golpe no ya solo de dulzura, sino de una empatía radiante. It was a home es el disco cálido y adorable que agradeceríamos siempre y necesitamos más que nunca ahora; un ejercicio primoroso de soul suave y sofisticado en cuya marmita, inevitablemente, también caen algunas gotas de Óscar d’León y, sobre todo, Celia Cruz.

 

No hay mejor ejemplo que la bilingüe y encantadora Casita para avalar este cruce de caminos. Pero las 12 canciones de esta auténtica revelación suponen, sin fisuras, muy buenos ejemplos del carácter mimoso de It was a home. Un disco, en efecto, en el que cobijarse y encontrar un hogar. El tipo de canciones que habría escrito Amy Winehouse si no le acechasen fantasmas y tormentos. Ese puñado de consejos y achuchones que una buena amiga te regalaría en momentos de flaqueza.

 

Los tiempos medios abundan, sin duda, en la colección, aunque Golden mirror y, sobre todo, Apple, curiosamente en el tramo final del elepé, aportan argumentos más rítmicos y vigorizantes en la coctelera. Pero la norma la marcan desde el principio Anybody can be in love o It was a home, excelentes remedos del philly soul y demás formulaciones sedosas de la música negra. Si Amy reviviera, desintoxicada y en paz con el mundo, sonaría muy parecido a esto. Y por si le faltase algo a este disco adorable, cuenta con la sal y pimienta de tres muy sabrosas colaboraciones: Helado Negro (Blue), Sleater-Kinney (Ultraviolet) y Sen Miromoto, el folkie de origen japonés, en Good feeling. Prioricen los buenos sentimientos y déjense llevar.

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