Magna Carta no podían ser más angelicales. La portada de este Lord of the ages permitía encuadrarlos en las filas del rock progresivo casi antes de desenfundar el vinilo: esa iconografía épica, fantástica y colorista era inequívicamente obra de Roger Dean, el mismo ilustrador habitual de Yes o Uriah Heep. Y el mismo tema central del álbum, con sus diez orondos minutos, se ajustaba a esos cánones de la pompa, ensoñación y cambios de velocidad, como una suerte de suite renacentista pasada por el tamiz de los amplificadores.

 

Pero a Chris Simpson, el fundador y único miembro estable del que dispuso la banda, le atraía demasiado el folk de autoría propia y filiación tradicional, la canción pastoral y sosegada, las cándidas armonías vocales junto a sus dos socios principales de la época, el cantante Glenn Stuart y el segundo guitarrista, Stan Gordon. Escuchar hoy a estos londinenses madurados en Cambridge resulta entrañable y deliciosamente anacrónico. Song of evening era tan cándida y buenista que podría pasar por parroquial, aunque la adorable armónica final se apartaba del guion, mientras que los arreglos instrumentales y armónicos de Isn’t it funny (and not a little bit strange) eran una virguería, sobre todo su solo central de vibráfono.

 

Hoy tendemos a pensar que aquellos ecos medievales y románticos rozaban la cursilería, pero seríamos terriblemente injustos con tal diagnóstico. Magna Carta compartían el primor acústico de Amazing Blondel o Heron, mientras que el gusto por la historia no les dejaba lejos de Lindisfarne o Steeleye Span. Por eso todo el disco nos adentra en un tiempo remoto y adorable que, ya por entonces, añoraba momentos aún más alejados de la memoria (That was yesterday). A veces en torno a personajes con trazas de leyenda como Father John, al que se le dedica el otro tema extenso (siete minutos) de la colección.

 

Simpson compuso hasta el último compás, incluso en el caso de Falkland Grene, que cualquiera confundiría con una centenaria pieza bucólica de la tradición. Si unimos el ascendente obvio de Simon & Garfunkel en Wish it was o Two old friends comprenderemos cuántas cosas buenas nos perderemos si los prejuicios nos privan de este álbum. A Magna Carta les faltó continuidad, porque sus cambios de alineación fueron infinitos. En 1973, de hecho, acababan de perder al guitarrista Davey Johnstone, flamante fichaje de Elton John. Pero atención a los contrabajos que sostienen todo el álbum que nos ocupa: eran obra del inconfundible Danny Thompson y, sí, son sensacionales.

4 Replies to “Magna Carta: “Lord of the ages” (1973)”

  1. Creo que mi primer disco de Magna carta fue el quinto, aquel grabado EN VIVO (que para no romperse los sesos llamaron “MAGNA CARTA – IN CONCERT”), editado en el SELLO (compañía discográfica o “disquera” –-como dice el profesor, el profesor Manrique, claro-) VERTIGO:

    Según los créditos del disco el grupo estaba integrado por (en este orden):
    – Chris Simpson / Vocals, Acoustic Guitar
    – Glen Stuart / Vocals, Glockenspiel, Harmonium
    – Davey Johnstone (Guest artist)/Acoustic Guitar, Electric Guitar, Mandolin, Sitar, Banjo, Vocals.

    Es decir, técnicamente el TRÍO era un DÚO, ya que Davey Johnstone era “Guest artist”, artista invitado, que no formaba parte del grupo (de hecho de ahí salió pitando a tocar con Elton John).

    Era este un TRÍO que devino DÚO y volvió a ser TRÍO… el siguiente elepé, “Lord Of The Ages”, el que es objeto de nuestro comentario, el grupo volvía a ser un TRÍO:
    – Chris Simpson / Guitar and Vocals,
    – Glen Stuart / Vocals and spoken word (el que hace las partes narradas que impedia hacerlo apto para la intetrpreacion en directo –que nos comenta el anterior interviniente-, más
    – Stan Gordon / guitars and vocals.

    Me recordaban a ese otro TRÍO “BREAD, LOVE AND DREAMS”, los que tenían un disco de nombre extraordinario: “THE STRANGE TALE OF CAPTAIN SHANNON AND THE HUNCHBACK FROM GIGHA”, de 1972, creo recordar. Imagino que “gigha” no se refería a los “gigas” de ahora sino que aludía a la isla del mismo nombre: “The Isle of Gigha” que está al otro lado de la isla más bonita de Escocia (“Isle of Arran): y en el medio “Mull of Kintyre”, al que Paul MaCartney compuso una canción, por esas fechas de que estamos hablando…

    Puestos a buscar comparaciones, también me recuerdan a AMERICA, el trio de “A horse with no name” que devino dúo, con el paso del tiempo de de los álbumes…
    Por más que he buscado el vinilo, no lo encuentro: pero he encontrado una versión en cedé “facsímil”…

    Pedro Álvarez Marcos (a.k.a. “Libeluza Pam”)

  2. Uno de mis álbumes favoritos (léase nostálgicos) de una época en la que disfrutaba del entonces llamado “rock sinfónico/progresivo”. Hoy al leer la crónica y a pesar de tener las versiones digital, CD y vinilo del álbum, he ido directamente a mi armario de vinilos y tras disfrutar por unos momentos de su portada, he reproducido éste en mi antiguo y amado plato y he vuelto a disfrutar de este gran —y desconocido— álbum.
    Por cierto, tuve la oportunidad de escucharlos, no recuerdo el año, en directo en una pequeña sala de Madrid, y me dio pena ver que aún siendo un local reducido y con pocas mesas, sólo una tercera parte del aforo estaba cubierto. En un descanso de la actuación me atreví a hablar —en mi primitivo inglés de entonces— con Chris Simpson y preguntarle si tenían pensado tocar el tema “Lord of the Ages”. Me respondió que no porque era excesivamente largo y con mucho texto “recitado”. No obstante para mi sorpresa fueron lo bastante amables para al final de la actuación tocar una versión reducida de dicho tema. Una buena noche de música.

      1. Gracias a ti por tus estupendas y acertadas crónicas que, por por una parte, me hacen descubrir álbumes recientes —siempre interesantes— y por otra, me devuelven a la actualidad los “clásicos” que injustamente tendemos a olvidar de nuestra memoria.

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