Anda Marwán Abu-Tahoun embarcado ya en su quinto elepé, una producción que ha ido entregando con precisa periodicidad trianual y que le convierte en un ariete joven pero ya muy acreditado y reconocible de nuestra nuevamente emergente canción de autor. El viejo boxeador presenta, sin embargo, todas las trazas de los revulsivos y nuevos comienzos. Se erige en primer capítulo de una etapa más madura en la que este madrileño de ascendente palestino emprende un cambio de piel (quizá todavía sutil), eleva de manera inaplazable sus estándares de autoexigencia y le hace frente a esa tendencia a la previsibilidad, temática y musical, que venía lastrando su producción anterior.

 

El viejo boxeador es un irrefutable paso al frente y, sobre todo, un gesto de valentía. Más allá de las objeciones que pudieran plantearse a Apuntes sobre mi paso por el invierno (2014) o Mis paisajes interiores (2017), trabajos sentidos y válidos pero reiterativos en sus estructuras, Marwán podría haberse enrocado en una fórmula que le funciona y con la que ha conseguido un crecimiento sostenido y exponencial, desde los bares más humildes al refrendo deslumbrante de los pabellones deportivos. Estaba en su derecho de jugar a la defensiva y redundar en ese territorio de la balada ultrasensible y esos autorretratos sucesivos de amante esforzado al que las conquistas no siempre le salen bien. Pero nuestro boxeador joven del barrio de Aluche tenía ganas de pelea, a lo que se ve. Y eso le honra.

 

Marcharse a Sheffield para colocarse a las órdenes del productor Colin Elliot –el mismo que lleva dos décadas apuntalando el sonido de Richard Hawley y ha engrandecido también a Jarvis Cocker, Texas, The Wedding Present o A Girl Called Eddyno solo constituye un aval melómano de primera magnitud, sino la predisposición a alejarse de su zona de seguridad. Y eso, exactamente eso, es lo que con más urgencia demandaba el cancionero de Abu-Tahoun para no anquilosarse.

 

La mutación, no nos engañemos, dista de ser radical. Los cada vez más numerosos seguidores familiarizados con las canciones bandera de Marwán seguirán abrazando de mil amores La pareja interminable (hermosa oda al amor duradero, esa quimera), Siempre estás túTu efecto mariposa. Pero es la canción titular, con su galopar de escobillas, solo de trompeta y coros alborozados al estilo de los años sesenta, el más evidente salto cualitativo. Igual que 5 gramos de resentimiento, un mano a mano con el rapero Nach y una rutilante sección de metales, donde el cantautor planta cara con ingenio, humor y buenas dosis de carisma a tantos anónimos papanatas que se esfuerzan por amplificar bilis y mezquindades a golpe de tuit.

 

La alianza con su íntimo Luis Ramiro, compañero de oficio y generación de perfil ligeramente más travieso, arroja muy buen resultado en el caso de La reina del Jäger, crónica de un Madrid noctámbulo, canalla y de fauna pintoresca que recuerda al Sabina joven. El inmenso bagaje de Elliot deja destellos como Mi contradicción, con un comienzo que parece homenajear a Faron young, de Prefab Sprout. Y el ánimo renovador se plasma en la emotiva Seguiremos, cierre alentador por lo que supone de guiño a la mejor canción reivindicativa que nos ha legado Latinoamérica.

 

Es precisamente ahí, en la evolución desde el yo hasta el nosotros, donde a Marwán le queda más tarea pendiente de cara al futuro. Porque el muchacho que comparte portada con su propio padre –un gesto bien hermoso– sigue ejerciendo de hombre concienciado pero con cierta tendencia al ensimismamiento. O mira al exterior a través de El planeta desconcierto, diatriba demasiado obvia sobre las redes sociales, redundante e incomprensible en el mismo disco que incluye 5 gramos de resentimientoPerduran también determinados tics melódicos, esa sensación ocasional de que podemos intuir el desarrollo de la canción en cuanto se nos desvelan los primeros acordes. Y puede que esa predictibilidad, inconscientemente o por mala conciencia, se haya querido disimular y hasta maquillar con la gran profusión de arreglos de cuerda, muy concienzudos pero presentes en nada menos que siete de los diez cortes. Pero la sensación última es la de que Marwán ha movido pieza y se ha convencido de que necesitaba dar un valioso paso adelante. Con independencia de que a un grande como él aún le quede zancada.

 

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