Hay al menos dos aspectos sencillamente apasionantes en este nuevo trabajo de los islandeses Sigur Rós, uno de esos rarísimos ejemplos de banda trascendental durante el último cuarto de siglo. El primero y más importante es el contenido mismo del álbum, que durante un significativo porcentaje de sus 65 minutos alcanza cotas de belleza conmovedora. El segundo es el hecho de que, en puridad, esta obra desconocida hasta ahora para el común de los mortales se remonte a 2002, la fecha en que fue compuesta y estrenada por encargo del Festival de las Artes de Reykjavik. Desde entonces, solo unos pocos miles de seres humanos habían tenido ocasión de escuchar esta especie de poema orquestal de resonancias mitológicas y medievales, puesto que se nutre de leyendas fechadas en torno al siglo XIII. Pero, lejos de resultar una obra circunstancial o colateral, Odin’s raven magic aspira a erigirse en referente dentro del catálogo de Jónsi y sus correligionarios. Lo merece, porque no incluye un solo minuto de relleno y sí muchos pasajes para el escalofrío.

 

Todas las circunstancias son extrañas ahora mismo en el universo de Sigur Rós, ya que la banda no publica material de estreno desde Kveikur (y eso nos remonta hasta 2013) y porque Jónsi sí que ha entregado nuevo álbum en nombre propio, Shiver, hace apenas un par de meses. Los indicios son de paréntesis pronunciado y quién sabe si irreversible, pero al menos este cuervo legendario nos permite en la práctica disfrutar de música inédita y soberbia. Ciertamente singular en la forma, por cuanto se trata de un disco registrado en directo (en La Grande Halle de la Villette, París, 2004), aunque ni siquiera nos percataremos de ese detalle hasta los aplausos finales. Porque el grupo queda reducido a la mínima expresión para poder abrazarse al componente sinfónico (Orquesta de Laureados del Conservatorio Nacional de París) y las aportaciones corales de la Schola Cantorum de la capital islandesa. Y porque ni siquiera Jónsi es la voz prevalente, un honor que recae en el barbado Steindór Andersen, pescador como ocupación primordial y referente nacional en la narrativa épica islandesa.

 

Al principio, la fórmula puede parecer un tanto enrevesada, y a las peculiaridades hemos de unir, por fuerza, la destacadísima presencia de una marimba de cinco octavas construida para la ocasión por un escultor de la remota isla nórdica, Páll Guðmundsson, a partir de toscas láminas de piedra. Una vez contextualizados todos los elementos, relajémonos: esta especie de sinfonía contemporánea aúna el vigor hipnótico del nuevo minimalismo, el latido de los cantos ancestrales folclóricos, el carácter absorto de la más reconocida obra de los Rós (Ágætis byrjun, 1999) o la herencia de Hildegard von Bingen, la monja compositora alemana de la baja Edad Media. Podemos escudriñar todos esos ingredientes, por ejemplo, a lo largo de los diez minutos de Hvert stefnir, uno de los varios periplos fascinantes en los que el oyente implicado perderá por completo la noción del tiempo. 

 

Ahora se explica que algunos fragmentos breves y deshilachados circulasen por las redes en precarias grabaciones durante aquellos conciertos de los primeros compases del siglo. Quien descubriera frente al escenario una obra de estas dimensiones necesitaría explayarse, compartir una emoción desbordada. Desde los coros irlandeses de Anúna a la obra de paisanos como el malogrado Jóhann Jóhannsson, la memoria rebusca en referentes excelsos para comprender las dimensiones de este Odin’s No sabemos qué será de Sigur Rós a partir de ahora, si es que todavía llega a suceder algo. Solo debe constar nuestro agradecimiento por entregarnos de manera definitiva una partitura tan gloriosa que no merecía de ninguna manera su extraña clandestinidad. Avancen, por ejemplo, hasta su octavo y último movimiento, Dagrenning, y quédense pasmados.

 

 

4 Replies to “Sigur Rós: “Odin’s raven magic” (2020)”

  1. Me encanta la música de Sigur Ros , habia oido hablar de ellos , pero nunca los habia escuchado nada de ellos , me ha encantado y buscaré su música. Muchas gracias.

    1. Gracias a ti por tu comentario, Pepe. Disfrutarás muchísimo con la discografía de Sigur Rós, intuyo; y te llevará un tiempecito, porque es extensa. “Agaetis byrjun” (1999) suele citarse casi siempre como su álbum más esencial, aunque yo también siento absoluta debilidad por “Með suð í eyrum við spilum endalaust”, de 2008. Ya solo su título es precioso: “Con un zumbido en nuestros oídos tocamos eternamente”.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *