La música irlandesa de inspiración tradicional siempre ha sido un hervidero, pero The Gloaming representa, definitivamente, un gigantesco salto adelante. Porque nunca había sido tan evidente el esfuerzo por sacar a los violines o los cantos ancestrales de la barra del pub para encontrarles acomodo en las salas de concierto, y estos cinco caballeros han terminado convirtiendo el National Concert Hall (NCH) dublinés en una suerte de segunda casa. Allí se registraron la primavera pasada estas seis composiciones extensas y fascinantes, piezas de entre siete y 18 minutos (“Fáinleog”, quizá la definitiva obra maestra del quinteto) que redefinen la relación entre folclor centenario y música de cámara. La alianza entre el cantante Iarla Ó Lionáird y los violinistas Caoimhín Ó Raghallaigh y Martin Hayes ya sonaba a aristocracia folkie, pero son la guitarra de Dennis Cahill y, muy especialmente, el piano de Thomas Bartlett quienes aportan el factor diferencial. Iarla fue durante años integrante de Afro Celt Sound System y solo la manera en que resuena el gaélico en su garganta ya mueve al escalofrío. Los violines (el de Caoimhín es en realidad un híbrido de hardanger escandinavo y viola de amore) se enzarzan en duelos para el trance, siempre escuetos en rango melódico pero asombrosos en una capacidad de crescendo que parece ilimitada (“The rolling wave”). Y es el piano el que proporciona los destellos, la originalidad, el garabato inesperado. Bartlett ha grabado con los mejores, de The National a Sufjan Stevens o Antony Hegarty, y pulsa las teclas como quien suministra pequeñas descargas eléctricas: siempre genera sorpresa, nervio, excitación. Es difícil que un álbum de 65 minutos se pase en un suspiro. Aquí, en cambio, solo entran ganas de activar la tecla “repeat”.

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