Precisamente hoy, un 31 de agosto, era buen día para hincarte el diente, amiguito. Van cumple 72 veranos y, si no fallan las cuentas, 37 discos, y lo hace inclinando la balanza del lado del blues. A su manera, claro: díganle a un hombre de semejante carácter que se circunscriba a algo en concreto. Parece un disco de transición de un músico veteranísimo, y quizá pudiéramos llamarlo así. Pero yo prefiero alertar sobre otra circunstancia, a mi juicio, más relevante: Roll with the punches es un absoluto placer, un auténtico gustazo.

 

Morrison habrá escrito medio millar de canciones y puede que no le queden muchas en el tintero. Por eso no le ha importado tirar de versiones: 10 de estos 15 nuevos títulos provienen de otros autores, una circunstancia insólita en su discografía. No importa. De las nuevas, Transformation supone un regalo (aunque se parezca mucho a otras páginas anteriores). La lectura actualizada de Bring it on home to me, por ejemplo, es tan maravillosísima como la que entregaba sobre los escenarios hace cuatro décadas y media. La colaboración con el compadre Georgie Fame, otro que tampoco pertenece precisamente a la generación millenial, es chisporroteante. Van sigue disfrutando, se le nota, con su oficio, con el mando en plazo, con estar al frente del cotarro. Esperen hasta el 22 de septiembre y ya me dicen. Yo, mira que lo aviso, me he vuelto a enamorar…

 

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