Habrá quien recele de un disco de guitarra y voz, que piense de antemano que su austeridad inevitable puede hacerlo árido o desangelado, por mucho que las percusiones pudieran aliviar esa sensación de aspereza. Dándole la vuelta, en cambio, a ese mismo argumento, un artista ha de sentirse muy seguro de sus posibilidades cuando afronta un reto de esta naturaleza, y es evidente que Alba Carmona y Jesús Guerrero salen no ya airosos, sino manifiestamente reforzados –tanto ella como él, y no digamos ya el tándem mismo– de un reto que debería colocarlos en muchos focos que aún les habían sido esquivos.

Un mano a mano tan escueto como el que plantea Ofrenda precisa de química, magia, duende y una profunda comunicación entre ambos platos de la balanza, y tanto el instrumentista gaditano de la Isla como la cantante catalana con sangre de Antequera afianzan una entente que va más allá de su condición de marido y mujer. Guerrero acumula unos cuantos trienios y kilómetros a la vera del ilustre Miguel Poveda mientras que Carmona vivió unos años prósperos como voz principal de Las Migas y se graduó hace un par de años con un soberbio segundo disco en solitario, Cantora, que era puro eclecticismo y crisol de geografías, orillas, océanos e influencias. Ahora los dos prefieren circunscribirse más al ámbito del flamenco y la canción popular andaluza, y todo fluye con una naturalidad y con un gusto extraordinarios, siempre pendientes y complementarios, siempre matizando cada inflexión y falseta.

Nada como escuchar de manera sucesiva dos piezas como ¡Ay, amor! («Esta noche ha llovido, mañana hay barro…») y Pequeño vals vienés, la célebre pieza lorquiana a partir del Take this waltz de Leonard Cohen, dos títulos que además Ofrenda coloca de manera correlativa, para comprender la grandeza de esta aventura. Alba vierte su voz como la miel en la primera de esas páginas, mientras que rasga y rompe la garganta con su aproximación al Poeta en Nueva York. No solo eso: la interpretación es tan majestuosa y superlativa, hay tanta dinámica y fluctuación en ella, que resiste y hasta supera la comparación con cualquier lectura previa, y eso que en la lista hemos de incluir las de Sílvia Pérez Cruz, Ana Belén y el mismísimo Enrique Morente.

El tono general del álbum, en cualquier caso, es más liviano que dramático, por más que la aproximación al Gardel de Sus ojos se cerraron también sea magnífica y que haya otros modales de la otra orilla atlántica, tan del gusto de la pareja, en títulos como La bruma baila en la cima. Entran Jesús y Alba en plenitud en su cuarta década de vida, y a partir de esta demostración de fuerza en pequeño formato cabe esperar otros logros aún más elevados. Queda claro que pueden con casi cualquier reto que se propongan.

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