¿De dónde demonios han salido estos 11 músicos radicados en Bélgica pero capaces de evocar sonoridades de medio mundo con los repiqueteos y bufidos de su vasto arsenal de cuerdas y metales? Los milagros a veces suceden en este mundo global, a poco que los receptores de otras culturas, frecuencias y latitudes evidencien un mínimo de sensibilidad y amor por la creación plural y diversa. Y tal parece ser el caso del percusionista, productor y compositor Frederik Kühn, artífice máximo de esta maquinaria multitudinaria, bulliciosa e inspiradísima, capaz tan pronto de adentrarse en las profundidades del continente africano como de acercarse al Caribe o al Lejano Oeste.

 

Habían debutado en 2022 con Seven wisdoms of Plutonia, título ya evocador y fantasioso que evidencia la búsqueda de una cosmogonía global, multiétnica y radicalmente librepensadora. Big words supone, en ese sentido, un refrendo en toda regla. Y lo hace no tanto con esas palabras solemnes que sugiere el título como con los hechos de la manufactura instrumental apabullante. No siempre se dispone de un sitar en la alineación titular, pero nuestro Colectivo de hoy le saca todo el partido para convertir Gunkali, el corte inaugural, en una trepidante raga hindustaní. Y tampoco parecen las tierras belgas las principales receptoras de las enseñanzas de Fela Kuti, pero los diez colosales minutos de Big words, el corte central, representan un ejercicio extenuante de legítimo afrobeat.

 

Detrás de todo este diseño sonoro –y casi también ideológico– no hay el menor atisbo de apropiación cultural, sino más bien el posicionamiento entusiasta de un grupo de melómanos insaciables, sagaces e irreductibles. Aquí no hay postureos, sino devoción por las músicas de este bendito y maltratado planeta. Y compromiso con la tierra, por cierto; el rapero Nèg Madnick, invitado especial en Movéfèzè, aprovecha para denunciar los destrozos medioambientales que los pesticidas están infligiendo en las otrora fértiles plantaciones de su isla Martinica.

 

El viaje no sabe de fronteras y pendulea de este a oeste con esa naturalidad propia de la gente más arrolladora y apasionada. Los amantes del funk agradecerán sacudidas tan genuinas y profundas como What could I do, una pieza henchida de metales, flautas y un órgano orondo, mientras que el groove africano reside en Boyoma y Bhimpalasi retoma en sendero hindú del sitar. La de Alpacas Collective se convierte una gran fiesta global sin código de vestimenta para la entrada, así que lo mejor es no privarse y pasar hasta el fondo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *