Ha creado Belén Bandera una obra singular –singularísima– para darse a conocer en el panorama no solo musical, sino bibliográfico. Comenzando por su propia mismidad, sencillamente insólita. Origins no es tanto un libro-disco como un objeto de deseo, un fetiche: la exaltación de lo real, táctil y palpable. Una edición primorosa en formato apaisado, con textos profusos, caligrafías, dibujos, derroche fotográfico a modo de álbum de viajes y hasta alguna que otra página en formato desplegable. Y todo, para acompañar estas 10 canciones de las que solo se puede disfrutar aquí, porque su firmante renuncia de manera osada a las plataformas digitales. No sabemos si se trata de una decisión romántica o más bien suicida, pero quizá ambos atributos confluyan en esa mirada intensa y diferente que nos interpela desde la portada.
Todo es arriesgado en Origins, pero también primoroso. Son canciones de jazz vocal evocador y perezoso, concebidas a fuego lento y con el poso y el aroma del café intenso; ese que deja marcas, manchas y cercos, a modo de bello leit motiv gráfico, en varias de las páginas del volumen. Castellano, catalán o inglés sirven como vehículos de comunicación y refrendan la vocación viajera de la autora. Que, de hecho, concibe este debut como un cuaderno de bitácora a partir de un recorrido de un mes por media Europa. El placer intenso de la libertad, del viaje sin rumbo fijo, de la maleta liviana y la compañía confortable. Todo, ya se ve, bien atípico. Más aún en una artista joven pero aferrada al valor de los objetos frente a la evanescencia de los megabytes.
Una cita de Eduardo Galeano sirve para prender la mecha de la maquinaria creativa: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”. Por eso Belén, pianista y compositora, eleva su voz para colocarse al frente de un cuarteto humilde pero luminoso. Por eso cada canción sirve como postal de una geografía diferenciada, desde los propios Orígenes andaluces de esta catalana a las escalas en una Barcelona propensa al abrazo en Quàntums de llum o Bata garà komtú, pasando por un Báltico al que se le escapa un deje jamaicano (Baltic sunset) o la visión crítica de Occidente (la muy hermosa That’s insane) y hasta el no lugar de Out of time, de regusto decadente y meditabundo.
Añadamos las colaboraciones, puntuales pero siempre enriquecedoras (el exquisito piano de Albert Bover, precisamente en las carismáticas Orígenes y Out of time; la guitarra de Joel Moreno, que otorga profundidad eléctrica a Bata garà komtú; el trombón y la voz de Rita Payés), y admitamos que esta colección va dejando poso a medida que le abrimos hueco en el corazón. Y los huecos, sí, son geografías, espacios tridimensionales: un flanco que el streaming nunca podrá cubrir y al que el signo acelerado de estos tiempos nos ha hecho renunciar.
Una reflexió sincera, que amaga il.lusió, sensibilitat i compromís. Un treball d’introspecció que arriba al cor de qui vol escoltar. Un plaer!
Gràcies, Àngels. Abraçadas! 🙂
Gracias, eres mi ruina y mi salvación.
Ya la he escrito y tendré pronto el disco en casa.
Un abrazo.
Jajajajaja. No me guardes rencor, por lo que más quieras… 🙂