Billie Eilish Finneas, aquella chavalita postadolescente que con 17 años nos rompió los esquemas con un debut imaginativo, generacional y prodigioso (When we all fall asleep, where do we go?, 2019), parece otra mujer distinta solo cinco temporadas más tarde. El tercer elepé de la todavía jovencísima californiana ya no es un nuevo ejemplo de su talento deslumbrante, sino el catálogo abrumador de una artista adulta que se vuelve inabarcable. Quizá Hit me hard and soft sea un trabajo tan caleidoscópico que acabe desconcertando en parte a un sector de su núcleo duro de seguidores, pero transmite la sensación de que su protagonista es una creadora sin freno y capaz de hacer lo que le venga en gana.

 

Eilish sigue confirmando en su hermano, Finneas (cómodo en su papel de genio complementario y en la sombra) para producir y rubricar todo el material bajo su firma, pero amplía tanto el abanico que hace estéril cualquier esfuerzo de catalogación. Le atrae la tesitura grave y susurrante, un ronroneo que se torna en seña de identidad, pero tan capaz es de desatarse a medida que The greatest se agiganta y hace honor a su título como de multiplicar su honda emotividad en el caso de L’amour de ma vie, una canción para sospechar, ay, que esta muchacha angelina habría hecho buenas migas con la imperecedera Amy Winehouse (hablamos del núcleo central: los 100 segundos de coda tecno con autotune son, ya que andamos francófonos, una boutade). Por cierto, no se despisten con el título: en el álbum hay también algún guiño afrancesado, pero búsquenlo más bien en The diner, otra canción con la que resulta imposible pensar en una autora de 22 tiernas primaveras.

 

Todavía más adulta es la escritura de Skinny, un tema inaugural tan denso, grave y hermoso como si se hubiese titulado en un taller de composición impartido por Beth Gibbons. Y para profundidad, las abisales incursiones en el r&b de nueva generación que esboza Bittersuite, otra dimensión que no habíamos visto venir. Pero la mayor sorpresa la depara la pieza más diáfana no ya del álbum sino de toda la discografía de Eilish, ese Birds of a feather que representa un coqueteo franco e indisimulado con el pop colosal y comercial. Es deliciosa, sin duda, pero también inesperada en una chavala de mirada tan profunda e inescrutable. Quizá por eso, también en la faceta amable con la FM, la joven Billie reedita en versión aún mejorada su título de talento mayor nacido en el siglo XXI.

2 Replies to “Billie Eilish: “Hit me hard and soft” (2024)”

  1. Desde hace unos 3 años, en mi casa la vida gira en torno a Billie Eilish.
    Artista preferida, y con muy buen criterio, de mi hija adolescente.
    Comparto con ella y contigo que es una artista como la copa de un pino. Creativa, original y diferente.
    Este último disco será probablemente, bajo “mi punto de oído”, el mejor de todos los trabajos que ha hecho.
    En junio del año que viene no nos vamos a perder uno de sus conciertos en Barcelona.

    1. Anda ya por la estratosfera y es una maravilla que sea así en una artista de veintipocos años. Por ella y también por los oyentes jóvenes, como en el caso de tu hija. Hay vida más allá del autotune y del reguetón, indudablemente 🙂 Gracias por escribir, Tony.

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