Bonny Light Horseman echó a andar a finales de la década pasada como una superbanda de indie-folk que nació de manera muy accidental, casi más ante la insistencia de ilustres amigos comunes como Justin Vernon (Bon Iver) y Aaron Dessner (The National) que por la determinación de sus tres pilares a la hora de emprender un camino conjunto. Pero este ya tercer trabajo, además con maneras de elepé doble –aunque sencillo en el formato de CD; ya saben que ahora las fronteras son bastante difusas–, es cualquier cosa menos un entretenimiento accidental. La alianza no solo funciona y carbura, sino que está lo bastante engrasada como para que la compañía y retroalimentación entre los tres artífices propicie una rivalidad sana (pero encarnizada) a la hora de superarse en materia de autoría. Y en ese ámbito, puede que cortes como I know you know se lleve la palma para optar a las estratosferas de la excelencia.
La voz femenina, trémula y emocionante de Anaïs Mitchell sirve como fiel de la balanza y equilibrio entre los otros dos puntales, Eric D. Johnson y Josh Kaufman. Podríamos pensar que estos dos colosos del americana llevan el peso de las operaciones: el primero sigue al frente de Fruit Bats y colabora de cerca con The Shins, mientras que al segundo nos lo hemos encontrado en producciones de muchos quilates junto a Taylor Swift, The War on Drugs, The Hold Steady y demás luminarias. Pero Mitchell, que proviene del circuito de los musicales de Broadway (y a la que se le supone, en consecuencia, menos pedigrí), es la que propicia las pequeñas digresiones y grandes sorpresas.
Así, When I was younger nace con una vocación al principio más jazzística, como si Madeleine Peyroux se hubiera colado en el grupo de wasap de la banda. Hare and hound y Speak to me muse dejan en el paladar el regusto de las grandes, grandes (Dolly, Emmylou: ese nivel). Y en la silvestre Singing to the mandolin sentimos revivir el espíritu de las mismísimas The Roches.
Un álbum doble con dos títulos, una hora larga de canciones y unas circunstancias insólitas: nuestros tres jinetes se hicieron fuertes en Levis Corner House, un precioso pub en Ballydehob, a las afueras de Cork (República de Irlanda), y allí desplegaron sus cachivaches y estas 18 canciones deliciosas, relajadas, cómplices, cálidas. Sustanciales y sustanciosas. Amigables y eternas. Keep me… parece extenso y difícil de abarcar en las primeras aproximaciones, pero hay tantos motivos para sentirlo cercano (Tumblin down, Keep me on your mind, ese Into the O que parece cantada en torno a la hoguera) que acaba convirtiéndose en parte de la casa. Qué gusto.