El inmenso Mac Rebennack se sabía frágil de salud mientras registraba estas grabaciones, muy pocos meses antes de que un fulminante ataque al corazón nos privara de él para siempre en junio de 2019, a los 77 años. No es por tanto descabellado pensar que Dr. John sospechara que aquellas sesiones podían ser las últimas de su carrera, y de hecho algo se barrunta en el tono sentimental, nostálgico y enternecedor que alienta una gran parte de estas 10 canciones.
Hay poco margen para acelerones rítmicos y mucho espacio para la reflexión y el tono pausado, a menudo profundamente conmovedor. Sucede, desde luego, cuando el viejo maestro de Nueva Orleans se acerca con voz profunda, cavernosa y espectral a I’m so lonesome I could cry, un clásico imperecedero de Hank Williams que pocas veces ha simbolizado de esta manera la desazón de un hombre fatigado y desvalido, pero dispuesto aún a impartir sus postreras clases magistrales.
Rebennack quiso exprimir sus últimas bazas recurriendo a clásicos del country y el blues que le resultaban muy familiares de sus años mozos, cuando invertía horas y horas curioseando en la tienda de discos que regentaba su padre. Seguramente de ahí proviene su amor por la escritura clásica de Willie Nelson, testimoniado con una lectura esplendorosa de la tierna y tristísima Funny how time slips away. Pero no todo son apelaciones al espíritu crepuscular, como demuestra la risueña y guasona Sleeping dogs best left alone –uno de sus últimos originales– y, más aún, la reluciente versión de End of the line (Traveling Wilburys), que aborda con un Aaron Neville perfectamente alineado con la causa.
Tiene algo de desconcertante que, existiendo estas grabaciones póstumas, hayan tardado más de tres años en ver la luz, lo que ha dado pie a especulaciones varias sobre el grado de concreción que había expresado Rebennack durante el proceso. Sobre todo, se confiaba en la presencia de Rickie Lee Jones en algún momento del álbum, pero la única voz femenina es aquí la de la joven Katie Pruitt, estupenda pero, lógicamente, mucho menos acreditada. Son detalles poco relevantes, en último extremo. Si escuchamos de qué manera se recrea el amigo John con Guess things happen that way, un tema que conocíamos en la voz de Johnny Cash, parece evidente que hubo momentos particularmente dulces en estas postreras visitas al estudio.