Después de haber dado forma al único álbum abiertamente cuestionado de su carrera (Goodbye cruel world, 1984), y al que él mismo acabaría refiriéndose como “el peor álbum de Elvis Costello”, el bueno de Declan MacMannus emprendió un enérgico reseteo, disolvió a sus hasta entonces inseparables The Attractions. Eligió como nuevo compañero del alma y coproductor al ya por entonces ilustre T-Bone Burnett y se lanzó a explorar todos sus aprendizajes y fascinaciones en torno al rock de raíz, country, blues, r’n’b y demás lenguajes propios del otro lado del océano, hasta ese momento solo tangenciales en un repertorio que casi siempre apuntaba más hacia la new wave y derivados.
Aquel décimo elepé de nuestro gafotas de Liverpool se percibió en su día como un disco raro, extenso, disperso y desconcertante, empezando por la anomalía de que su primer single y corte de referencia fuese una originalísima y arriesgada versión de Don’t let me be misunderstood (Nina Simone, The Animals). Solo el tiempo nos ha hecho verlo como una de las obras cumbres de su firmante, con un buen puñado de cortes que superan con creces el curso de las décadas: Brilliant mistake, Indoor fireworks, American without tears, Lovable. Y que bien merece ser revisitado con esta edición conmemorativa y extendidísima, King of America & other realms, que alcanza el formato de séxtuple caja antológica para los aficionados de economías más desahogadas pero también es un gran regalo en esta otra formulación como doble cedé extractado y jugosísimo.
…Other realms es una reedición del todo punto atípica, porque no se limita a los consabidos descartes, tomas alternativas, maquetas, caras B, grabaciones en vivo y demás rarezas de la época sino que se complementa con grabaciones posteriores, incluso muy posteriores, que Costello reconoce como herederas del proceso creativo y de reinvención que King of America representó hace ahora casi cuatro décadas. Por eso la caja concede visitas a trabajos bastante recientes y no siempre bien divulgados, The delivery man (2004), The river in reverse (con el imperecedero Allen Toussaint, ese “Il vero principe di New Orleans” al que MacManus dedica toda la reedición) y, en especial, esos dos sucesivos primos hermanos que fueron Secret, profane & sugarcane (2009) y National ransom (2010). Es una decisión muy anómala dentro de la praxis habitual para las box sets, pero nos permite reinterpretar y contextualizar preciosidades como Country darkness, Jimmie standing in the rain o Sulphur to sugarcane, muy queridas por su creador y ahora vinculadas a King of America como fuente primigenia de inspiración. Porque Elvis ya había explicitado su amor por el country con el disco de versiones Almost blue (1981), pero hay que esperar a su proclamación como rey para comprender en toda su dimensión su vínculo con la cultura norteamericana.
King of America se recupera en la consabida versión remasterizada, una excusa siempre estupenda para regresar a sus 15 cortes originales, pero lo mollar llega con las grabaciones en directo del 27 de enero de 1987 en el Royal Albert Hall, de las que la versión en doble cedé recupera cuatro, entre ellas las impresionantes Only daddy that’ll walk the line y Riverboat. Y luego llegan las joyas para los friquis más inexpugnables, como es maqueta de Costello en solitario, guitarra y voz, titulada Suffering face y que se barajó para King of America para quedar al final apartada y recuperarse como Crimes of Paris para Blood and cholocate, también de 1986.
Fue un periodo turbulento, ahora que caemos en la cuenta: regresar a King of America permite admirarnos con la presencia de varios miembros de la Elvis Presley TCB Band (aquello sí que era realeza) mientras Blood and chocolate recuperaba justo después a los Attractions en un momento de muchas tensiones internas, lo que explica su grabación convulsa, precipitada y ceñida casi siempre a primeras tomas. Porque a Elvis le había atravesado la flecha del amor por Estados Unidos desde el momento mismo en que se ejercitó junto a Burnett, a modo de emuladores de los Everly Brothers, bajo el pintoresco nombre artístico de The Coward Brothers. Cuando les escuchamos a los dos en The people’s limousine, compuesta a cuatro manos y grabada en Los Ángeles en 1985, todo se comprende mucho mejor.