La memoria, siempre traicionera, puede jugarnos una mala pasada en torno a FGTH. Tendemos a pensar que este disco los hizo medianamente famosos, pero nos quedaremos cortos con el intensificador adverbial. En realidad, el debut del quinteto de Liverpool fue un prodigio estadístico, una catarata de hitos para la historia: en un año riquísimo en canciones duraderas, este álbum arrojó ¡tres! números 1, Relax, The power of love y la palpitante Two tribes (el menos recordado de los tres, pero quizá el más brillante e innovador), mientras que el tema titular había de conformarse solo con la segunda plaza.

 

No, nadie brilló con semejante magnificencia gracias a un estreno desmesurado en todo: la duración (sus 16 temas lo convirtieron en LP doble), esa grandiosidad sonora, una sicalipsis desconocida y el aldabonazo definitivo de la cultura gay en el pop de masas, aunque de estos dos últimos factores la audiencia más pipiola apenas llegara a percatarse. Relax servía como el equivalente masculino y homoerótico a la escandalera rijosa de I feel love o Je t’aime moi non plus. Acaso desconociéramos, cándidos de nosotros, la polisemia del verbo “To come”, pero aquellos jadeos recurrentes eran, sí o sí, un polvazo. La acabarían censurando, claro, lo que solo sirvió para afianzar su celebridad. La vieja y célebre historia sobre cómo combatir a las mentes pacatas.

 

La mano mágica del productor Trevor Horn, capaz un año antes de reinventar a los vetustos Yes y colarlos con todos los honores (Owner of a lonely heart) en las listas de éxitos, estaba detrás de tanta glotonería sónica. Y los chicos de Holly Johnson aportaban su eclecticismo arrollador, una apoteosis del desparpajo. Junto a los placeres de la carne, The power of love era una balada tan amorosamente pluscuamperfecta que derivó en himno navideño. Y entre medias, un inconexo pero amenísimo batiburrillo de versiones: Born to run, Do you know the way to San José, War, Ferry crossed the MerseyNinguna pieza tenía demasiado que ver con su vecina, pero acababan encantándonos todas. Era, en suma, un despiporre feliz.

 

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