Puede que ninguna banda de rock esté revisando y actualizando su catálogo de una manera tan minuciosa como en el caso de Jethro Tull, que sigue ofreciendo a sus seguidores unas ediciones pantagruélicas de sus trabajos clásicos de los años setenta. Siempre bajo la tutela del gran gurú actual del rock progresivo, Steven Wilson (Porcupine Tree), que con su “magia habitual” asume la remasterización y limpia el sonido hasta hacerlo aún más cristalino y apabullante de lo que recordábamos, le toca ahora el turno al famoso doble elepé en directo Bursting out (1978), que en esta “edición inflada” que nos ocupa se transforma en un triple CD, además de triple DVD con sus mezclas en versión 5.1 y con algo más de 50 minutos de material audiovisual de la época.
El resultado, hasta donde las economías de cada cual lo permitan, es un festín de mucha consideración, casi cuatro horas de los Tull sobre los escenarios de las que más de la mitad permanecían inéditas. Y para amenizar la escucha, el libreto de 96 páginas es un documento periodístico y documental apabullante, con entrevistas a los principales artífices de aquella gira por Europa y América del Norte (no solo el propio Ian Anderson, sino varios ingenieros e integrantes del equipo) y hasta la reproducción de un extenso reportaje en el Melody Maker sobre la visita de la banda al mítico Madison Square Garden neoyorquino.
Bursting out fue un disco de éxito solo relativo 46 años atrás, cuando vio la luz por primera vez. Dejaba testimonio de la gira de Heavy horses, el undécimo elepé en estudio de la banda y seguramente el último gran álbum de los Tull, que a partir de Stormwatch (1979) nunca lograron reverdecer sus momentos de gloria. Aunque no se especifica el lugar de cada grabación, buena parte del concierto publicado en su momento corresponde a Berna (Suiza), y de hecho se abre con la presentación del irrepetible Claude Nobs, fundador del Festival de Montreux. Era el consabido doble-elepé-en-directo con un repaso por los grandes éxitos de la banda, un ritual casi ineludible en los tiempos clásicos del vinilo y que dejó muchos títulos históricos, sobre todo durante los setenta y primeros compases de los ochenta. Pero la acogida fue tibia: la entrega no pasó del puesto 17 en las listas británicas y del 21 en las estadounidenses, como testimonio del declive que durante la segunda mitad de la década sufrieron, con pocas excepciones, las colosales bandas progresivas que habían marcado la agenda melómana hasta poco tiempo atrás.
En realidad, Bursting out es hijo directo de la frustración que, entre el propio Ian Anderson y muchos otros de sus correligionarios, propició el estallido del punk en Gran Bretaña y su extensión virulenta por el resto de geografías. Para aquellos músicos tan preparados, compositores sesudos y ambiciosos, inventores de un lenguaje apabullante e innovador, no dejaba de resultar doloroso que unos muchachos insolentes y sin formación, con unos conocimientos musicales casi inexistentes, se hubieran erigido en los nuevos grandes apóstoles de la escena sónica mundial. Y a Anderson se le nota afectado y escocido por esta circunstancia, sobre todo a juzgar por el tamiz más eléctrico, ruidoso y furibundo que, dentro de su exquisitez, imprime a las nuevas lecturas de su obra. Nunca habíamos escuchado a unos Jethro Tull tan afilados y desbocados como los que recorrieron medio mundo en aquella primavera de 1978.
El menú del Bursting out original se enriquece ahora con un par de cortes que no cupieron en la edición en vinilo (Heavy horses y una lectura instrumental de Living in the past) y, sobre todo, con ocho grabaciones completamente inéditas provenientes de distintas pruebas de sonido. Son, como corresponde, tomas toscas, bravías y excitantes (¡ese No lullaby!), porque muestran a un grupo en su modo más íntimo y desinhibido, ensayando sin público ni intención de difundir en ese momento su trabajo. Y merecen la pena más allá de la curiosidad que puedan sentir los seguidores más recalcitrantes.
A ello sumamos, en el tercer CD, la versión íntegra de la histórica comparecencia del grupo el 9 de octubre de 1978 en el Madison Square Garden de Nueva York, una visita tan reseñable como propicia a la adrenalina, puesto que aquel concierto se retransmitía, ¡vía satélite!, para la BBC. Es curioso constatar que, con muy pocos meses de diferencia, el sonido de la maquinaria jethrotulliana se torna más comedido y minucioso, aunque igualmente excepcional. Porque vuelven a saltar chispas en los momentos más acerados, desde Locomotive breath a Aqualung, a la par que Anderson resume en 11 minutos su monumental Thick as a brick y se muestra particularmente inspirado en Heavy horses, su tema central de aquella temporada.
Aquella fue la última versión excelsa de los Tull, que cumplían una década de actividad frenética y huella imborrable. El mismo Ian Anderson reconoce que las energías y, sobre todo, los ánimos y dinámicas internas comenzaron a debilitarse justo después, una evolución que también reflejaron sus cada vez más endebles composiciones. Este The inflated edition es, evidentemente, un artefacto pensado para los muy fans, los que saben paladear la dimensión a la vez fiera, trovadoresca, circense y lírica de Anderson y sus muchachos. Pero, desde la perspectiva de la, digamos, “militancia progresiva”, se convierte en una aportación sensacional para nuestras colecciones.
Excelente artículo, Fernando.
Qué amable, Nacho. Gracias por estar ahí 🙂