Siempre figuró Julie Doiron entre esos artistas que solo se cuelan por los intersticios de la actualidad, pero hay discos tan hermosos que no merecen ser condenados a la escucha clandestina. I thought of you es uno de ellos, por excelente y también por demorado. Le perdimos la pista a su firmante después de So many days, título que nos remonta hasta 2012, y lo curioso es que la trovadora canadiense regresa con un espíritu rejuvenecido, tal que una Benjamin Button de la canción de autor indie. Con ánimo expeditivo y resuelto, I thought of you extiende sobre la mesa un puñado de originales tan ásperos como propicios para la adicción. Y con una jovialidad y urgencia que resultan particularmente seductoras, ahora que la firmante se dispone a saludar, este mismo junio, su primer medio siglo de vida.
Irrumpe You gave me the key en el giradiscos sin el menor preámbulo, sin prólogo instrumental de ningún tipo, con la voz rasposa de Julie presente desde el primer aliento. “Nunca hubo un plan, así que no necesito explicarlo. Aquí estoy yo, comenzándolo todo de nuevo”, avisa en las líneas iniciales, como una expeditiva toma de postura. Y es ese ánimo rejuvenecido el que palpita a lo largo de los 13 cortes, tal que si Julie fuera coetánea de treintañeras levantiscas como Courtney Barnett (escuchen Cancel the party, si no se lo creen).
Hay mucho rock de raíz en estos surcos, canciones que acarician con el tacto de una lija, aproximaciones al lenguaje de la psicodelia (Just went I thought) y hasta una incursión en lengua francesa, Et mon amour, donde la de Nuevo Brunswick ronronea mientras la partitura ordena un rock galopante. Doiron reparte juego entre el country alternativo (Good reason), los murmullos en la línea de Lucinda Williams (They wanted me to say) y la balada turbia y meditabunda (Darkness to light), y hasta se entrega al rock espeso y guitarrero con la soberbia The letters we sent, casi como si quisiera recordar que entre sus paisanos más ilustres figura un tal Neil Young. Ojalá Doiron no nos someta a otros nueve años de paréntesis, pero habremos de admitir, a la vista de este regreso rutilante, que no ha estado perdiendo el tiempo.