Hay partidas de nacimiento y geolocalizadores que terminan siendo tan elocuentes como la más pormenorizada de las biografías. Kassi Valazza vino al mundo entre los parajes vastos e infinitos de Arizona, pero lleva tiempo afincada en Portland (Oregón), capital mundial de la gente más peculiar, alternativa y estrafalaria. Y es esa intersección de espacios, hábitats e influencias la que en gran manera acaba definiendo su naturaleza como cantautora. Clásica y enraizada cuando procede, porque conoce y valora las esencias; librepensadora y felizmente dispersa cuando se lo pide el cuerpo, porque la digresión suele ser sinónimo de experiencia emocionante e impredecible. Y así es este segundo elepé de Valazza: un grandísimo disco de canción folk a la antigua usanza, pero salpimentado por puntuales y sabrosas salidas de guion.
Hay que unirle a todo, claro está, la solvencia abrumadora de una garganta robusta y dúctil a la vez, corpórea pero no rocosa, tan firme como permeable a la ternura. Todo suma en favor de Kassi, a la que escuchamos debutando cuatro temporadas atrás con Dear dead days y que ahora emprende el salto a la excelencia con un segundo álbum en el que las bisectrices de influencias quedan mejor delimitadas y el aplomo se traduce en historias de solvencia orgullosa. La que denotan las guitarras vaquerísimas de Smile o el toque acústico de Canyon lines, donde solo nos falta escuchar de fondo el crepitar de la hoguera.
Es del todo seguro que Valazza habrá escuchado al dedillo a las grandes, más incluso a Joan Baez (Rapture) que a Joni Mitchell (Song for a season). Y apostamos a que se sentiría muy cómoda compartiendo cartel con princesas más recientes de la canción americana, en particular una Laura Cantrell a la que recuerda sobre todo en el caso de Corners. No hay fisuras, qué va, en el ideario de una muchacha jipi y campestre (obsérvenla en la portada), pero no por ello cándida; una mujer que mira con curiosidad hacia el Laurel Canyon y hasta tiene tiempo para enriquecer la receta (Welcome song) con algunas tenues gotas de psicodelia. Un nuevo hallazgo femenino para ponerle banda sonora a nuestras incursiones por las praderas.
Me lo apunto a ver si puedo ir a verla…gracias😀👌