Situémonos, antes de nada. Puede que el nombre de Kevin Garrett, hasta ahora responsable tan solo de un par de epés, les resulte poco familiar a la mayoría. Hablamos sin embargo del coautor y coproductor de Pray you catch me, el tema que inauguraba el álbum Lemonade, de Beyoncé. Garrett proviene de Pittsburgh (Pennsylvania), es todavía insultantemente joven y practica ese tipo de blue-eyed soul que se estila entre estos chicos blancos que desde chiquillos se han sentido fascinados por Stevie Wonder o Marvin Gaye, y que ya a estas alturas del nuevo siglo resultarían fantásticos como candidatos para nutrir de material a Sam Smith, un artista con el que Kevin comparte tesitura y hasta timbre vocal. Tampoco anda nuestro protagonista nada lejos de los parámetros estilísticos de James Blake, ¡con el que firmaba el éxito de Beyoncé!, ni debe extrañarnos que le ejerciese como telonero para James Vincent McMorrow. Con toda esta contextualización, no sorprende que Hoax termine cumpliendo nuestras sospechas y se erija en un extraordinario debut. Minucioso en cuanto al sonido, inspirado en sus plegarias, emocionante en los momentos más sombríos (It don’t bother me at all), en la balada orgánica (Title track) o en aquellos pasajes donde los ritmos programados invitan a bailar, aunque sea despacito (How dare we fall, la excelente Running from). Hoax termina resultando un álbum de combustión lenta y deleite prolongado. Avanza poco a poco, con poso y sin sobresaltos; seduce a cada sorbo, conquista a largo plazo. Deja la sensación de que aún habrá nuevos y grandes capítulos a cargo de su firmante, un pipiolo muy avanzado. Y quizá agote las ideas en su último tercio, pero sin que por ello se nos quiten las ganas de reincidir con la tecla Repeat. Definitivamente, otra firma a la que encontrarle un hueco en la memoria.