Puede que no sean muchos los aficionados dispuestos a reconocer sin preámbulos una cierta debilidad por Level 42, banda que tendemos a asociar con esa faceta más banal, sobreproducida y exhibicionista que algunos atribuyen a la década de los ochenta. Si la sugerencia para rescatar el legado es un disco en directo, quizá las muecas, espasmos y demás gestualidades de nuestros interlocutores abonen aún más el escepticismo. Pero este A physical pressence (un título precioso, por cierto, para una entrega grabada sobre los escenarios, aprovechando que disponían de una canción con ese título) supone una deliciosa demostración de fuerza y criterio por parte de una formación a la que conviene restaurar sus méritos evidentes más allá de nuestros remilgos.
Faltaban pocos meses para que los de la Isla de Wight –residencia habitual para jubilados de posición acomodada– asaltaran definitivamente los cielos de las listas con Something about you,y un par de años para Running in the family, el disco que con seguridad acabaría comprándose tu hermano mayor, así que el cuarteto aún se movía por locales medianos. Y fue ahí, con el público apiñado, ofreciendo su calor y sudor desde las primeras filas (a veces se le oye demasiado), donde se fraguó este doble LP en vivo, 90 minutos exactos, un canon perfecto para la era del vinilo.
Es ahora cuando nos toca dejarnos de disimulos absurdos y admirar la habilidad de Mark King para erigirse en líder con un bajo entre las manos, y convertir su técnica de tapping, la percusión de la cuerda con el pulgar, en paradigma para una banda con aspiraciones comerciales. Pero Level 42 eran más que eso, y ningún lugar como este para cerciorarse. La banda suena próxima a los postulados del jazz-fusión de la época, desde Incognito a Mezzoforte, y por eso Love games se marcha hasta los nueve minutos de la mano de una endiablada introducción de bajo. La segunda voz del teclista Mike Lindup, mucho más aniñada, brilla como nunca, la huella de la escritura de Wally Badarou es muy evidente y canciones que pasaban casi inadvertidas en estudio, como Kansas City milkman, resultan ser proteína pura.
No nos excedamos de pacatos y hagamos la prueba. Aguardan sorpresas; más de las que la historia oficial, esa siempre sobrada de melindres, permitiría sospechar.
Me encantaba esa banda (Level 42). Bonita sorpresa Fernando.
Yo les pinchaba mucho en los 80 en las discotecas y pub por lo que pasé.
Gracias por rescatar estas joyas. ¡Viva la era del vinilo!
Buena viniloteca habrá en tu casa, si conservas la colección de pinchadiscos. Gracias por tu comentario y el cariño que desprende, Carlos. ¡Salud!
En el concierto de Police en el Román Valero, 1983, sonaban de fondo mientras se esperaba a que saliera el trío. O eso me dijeron cuando pregunté por quiénes eran los que sonaban. Era una canción que me parecía absolutamente de Pages, luego transformados en Mr. Mister. Busqué esa canción en todos los discos de Level 42 y no la encontré. Tampoco la misma buena sensación que me produjeron en el estadio del Mosca. Con menos punch, querían acercarse a Toto o a Pages. No creo que te llegara nunca esa increíble banda californiana, pero Mr. Mister seguro que sí. Algún día tendrás que sacarlos por aquí y estoy seguro de que lo harás bien, pero es todo un reto, me da la sensación. Estaremos atentos.