Hay nuevo disco de los Manics, así que corran a partir de mañana a su proveedor habitual. Satisfacción garantizada: los predicadores han vuelto a hacerlo y esta colección sirve para escuchar muy alto y muchas veces, cantar hasta desgañitarse, dejarse los tímpanos y la vida en ello, acallar a tanto ‘bocachancla’ que vaga suelto por el mundo (y no digamos ya por el ciberespacio). Los galeses cumplen 30 años de faena, culminan su disco número 13, le dedican la portada a uno de los últimos samuráis japoneses e inyectan dos primeros versos lapidarios: “La gente se cansa / La gente envejece”. Pero ese mismo primer corte, “People give in” es el mismo cuyo estribillo estalla en teclados estruendosos y una guitarra encabritada. Todo un síntoma: nos hacemos mayores y acabaremos bajo tierra, pero plantemos batalla hasta el aliento postrero. Y de eso van estas 12 canciones (dos más en la edición ‘cuqui’, la de la imagen) honestas como garabatos en una noche de insomnio hotelero, vigorosas como zarpazos. Y generosas en sustancia, cómo no: el espléndido adelanto “Dylan & Caitlin” testimonia la muy rockera relación entre Dylan y Caitlin Thomas con el concurso decisivo de la también galesa Catherine Ann Davies, mientras que “Vivian” se centra en la fotógrafa callejera Vivian Maier con un bajo tan adictivo como los de John McVie para Fleetwood Mac. No es casual esa referencia: la grandiosidad del sonido remite a Genesis, Kate Bush y demás colosos del énfasis ‘ochentero’. Es imposible no reincidir en “International blue”, que huele a cañonazo sobre el escenario, igual que es imposible no renovar fe y votos en un trío capaz de titular una de sus grandes bazas “A song for the sadness”. De eso va la historia: de tristeza bella y ni un poquito resignada.