Venía siendo una tradición desde tiempo atrás, pero aquí ya se convierte en refrendo. Dan Auberbach es casi tan buen productor discográfico que líder de sus Black Keys, y este debut solista de Marcus King le sirve para avalar esa capacidad fascinante de rodearse solo de tipos brillantes, incluso aunque no sean aún demasiado (re)conocidos, y exprimir su potencial en discos (Ray Lamontagne, Nikki Lane, incluso Pretenders o Lana del Rey) que siempre suenan maravillosamente extemporáneos y fieles a la tradición del sonido analógico. Pero el grueso del mérito, no lo olvidemos, debemos atribuírselo aquí a King, un muchacho del año 96 que, ¡asómbrense!, ya había rubricado tres trabajos con la Marcus King Band y ha sido capaz de enhebrar una docena de piezas que nos transportan, como tarde, a la primera mitad de los setenta, a los años en que sus papás estarían acaso conociéndose. Nashville sirve de escenario para una grabación en que el soul de regusto clásico puede impregnarse incluso de inflexiones de góspel (Beautiful stranger) o balada californiana con trémulo de cuerdas (Break, Sweet Mariona), pero en donde las guitarras también pueden recordar lo mucho que nos sigue gustando el rock sureño de toda la vida (Say you will o ese cañonazo titulado The well) y la vigencia del amigo Dr. John (Too much whiskey). Marcus proviene del blues, no lo olvidemos, pero aquí contiene la tendencia del género de los 12 compases a la digresión y se concentra en la manufactura de canciones: cuatro minutos por pieza, incluso casi mejor tres. Puede que las hechuras de El Dorado sean tan clásicas como su tipografía, y en ese sentido nadie se presta a la innovación: algunas piezas pueden ser a un tiempo tan bonitas como evidentes, y hasta recurrentes (Love song). Pero el disfrute prevalece con creces: Marcus King no ha redescubierto la fórmula de la pólvora, igual que le sucede al común de los mortales, pero su capacidad para evocar a Gaye, Curtis o el mismo Lamontagne le hacen merecedor de sumarse a los listados de debuts adorables.
Marcus no viene del Blues
Dan Auerbach es una mierda de productor
El disco lo salva el talento de este tipo
He dicho