Después de un cuarto de siglo de actividad discográfica y casi una decena de elepés a su nombre, por no mencionar su decisiva vinculación con The New Pornographers, Neko Case ha querido que este Wild creatures no sea solo una antología con lo mejor de su trabajo, sino más bien un orgulloso golpe en la mesa con el que demostrarle al mundo, de una vez por todas, la relevancia indiscutible de una obra aún no siempre suficientemente difundida y valorada. Lo maravilloso de esta colección es que funciona como si fuera un álbum en sí mismo y no una recopilación de canciones sueltas rescatadas de aquí y allá. Si ha llegado el momento de ponerse al día con Neko, el primer capítulo de esta definitiva vindicación bien puede ser este.

 

La trovadora de Virginia (aunque más vinculada a las escenas de Vancouver o Chicago) amagó con un alumbramiento en la estela del country alternativo, pero no tardó en ampliar el espectro y hoy debemos enjuiciarla más como un icono fascinante para la canción indie y el orgullo en femenino. Wild creatures renuncia a la convencional ordenación cronológica de su material, por aquello de acentuar su valor discursivo, y erige una fascinante historia propia de emociones profundas y sedosas a lo largo de un generoso viaje de 22 canciones. Y como epílogo, una vigésimo tercera entrega a modo de regalo inédito, Oh, shadowless, original ocho por ocho arrastrado con inesperada tormenta de psicodelia en su tramo central.

 

Oh, shadowless no desentonaría ni un poco en el repertorio de k.d. lang, con la que Case compartió una deliciosa aventura en trío (case/lang/veirs, de 2016, con Laura Veirs en el tercer vértice) de la que Wild creatures no se hace eco. Es quizá la omisión más discutible, pero este best of se propone colocar el nombre de Neko en un primerísimo plano, más allá de su ilustre nómina de cómplices, colaboradores y amigos. Algunos de ellos, desde Julien Baker a Margo Price, Dan Bejar o el mismísimo David Byrne (que se confiesa asombrado por la habilidad de Neko como cronista de historias crudas y cotidianas), participan en las notas del libreto.

 

La propia Case le confiesa a la ensayista Andrea Pitzer la más firme de sus pretensiones: “Solo intento, con tanta fuerza como pueda, ser yo misma”. Por eso es tan personal y genuina esta selección, sin rastro tampoco de sus fascinantes aportaciones a los Pornógrafos. Y por eso, más allá de influencias como Dusty Springfield o ciertas similitudes tímbricas con la siempre añorada Kirsty MacColl, Neko Case acaba sonando solo a Neko Case.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *