Esto es importante. Hay nuevo disco de Pedro Ruy-Blas, y esas son palabras mayores para nuestra música popular. Aunque la felicidad quede esta vez algo demediada: “Homo ludens” es una obra humilde, casera, escrita e interpretada en soledad y a la que quizá le habría venido bien una cierta holgura presupuestaria que paliara la sensación de obra autogestionaria. Hablamos del hombre que sustituyó en Canarios a Teddy Bautista, en plena eclosión de la banda, cuando este tuvo que incorporarse al servicio militar; del creador de la fabulosa “A los que hirió el amor”, del caballero que impulsara Dolores y su fusión pionera de jazz y rock, de un referente ineludible en el universo del teatro musical. Ahora regresa con esta entrega rigurosamente íntima, un divertimento solitario: ese hombre lúdico y juguetón que se nos anuncia desde el título. Ruy-Blas, el artista, se amiga aquí con Pedro Ample, el hombre que se encierra en su cuarto para enfrentarse a un humilde teclado conectado al ordenador. Las 11 piezas de “Homo ludens” sirven como antología íntima de lo acontecido en esa habitación entre 2008 y 2017. Escudriñar su contenido nos permite descubrir al Ruy-Blas que recrea a João Bosco (“Agnus sei”) o a Elvis y Doc Pomus (“Viva Las Vegas”); al autor de piezas instrumentales que piden a gritos un soporte audiovisual (de las tres incluidas, “Lucero” es magnífica), al tipo lúcido y descreído de “La fama” o “Si por algo quiero ser millonario”. Puede que ese grado de intimidad nos lleve a excesos como “Si volviera a nacer”, una canción de amor más doméstica que publicable, pero también a sentidas maravillas como “El público olvidó”, sobre un artista caído en desgracia. Quizá Pedro se sienta, después de medio siglo de trayectoria, minusvalorado. Haríamos muy mal en consentirlo.