José Luis Fraga y Daniel Santos son jóvenes, talentosos, eclécticos y hermanados por la brisa atlántica. El primero alterna el clarinete con el saxofón, aunque de vez en cuando aprovecha para dar rienda suelta a algún devaneo electrónico, como en la breve “Xaaral”. El segundo se centra en la guitarra española. Ambos tienen elegancia, serenidad, ese pulso y soplo sobrio de la enseñanza clásica: lo bueno, y lo a veces no tan bueno, del Conservatorio. Pero no se conforman con su faceta de intérpretes, sino que se han atrevido a erigir un repertorio propio: siete de las nueve piezas que integran este ilusionante debut son de autoría a cuatro manos, mientras que los préstamos llevan la firma de Alain Oulman (“Naufragio”, curiosamente quizá el título más endeble del lote) y el gran Pixinguinha (“Um a zero”). Lo atractivo es que Daniel y José Luis se atrevan a picotear aquí y allá, a sonar clásicos, jazzísticos, caboverdianos (su “Morna” es bien atractiva) o aflamencados. Incluso el corte final, “Fantasía gallega”, concluye con un obstinato monocorde que tiene mucho de contemporáneo y de valiente. Ese es el mejor indicio de que aquí suceden (y se sucederán) episodios de interés. A la pareja les sobra todavía un poco de academia: necesitan soltar amarras, arriesgar, desmelenarse. Pero estos chavales se traen un proyecto prometedor entre las manos. Por eso merece la pena extender la antena: permanezcamos atentos.