Me gusta tanto Rufus que no he sido capaz de quedarme con un solo disco. Escoger esta antología es, de alguna manera, hacer trampa. Perdonad que no haya podido resistirme a la tentación: me habré levantado goloso. Y con estas ideas en la cabeza:
1. Me conozco de memorieta seis de los siete discos de Rufus (las plegarias a piano y voz de “Songs for Lulu” me aburren un poco) y esta escucha reconcentrada de los mejores momentos solo confirma lo que a estas alturas ya era una evidencia: el hijo de Kate y Loudon es un genio. Así.
2. Los conocimientos clásicos no siempre están reñidos con la magia del pop. “Cigarettes & chocolate milk”, “Poses” y “Vibrate”, tres temas sencillamente enormes, no serían tan superlativos si su autor no tuviese amplísimos estudios de Conservatorio. Será que estas doctas instituciones funcionan mucho mejor allá que aquí.
3. Siempre me divierte comprobar en los recopilatorios cuántas canciones escogidas por el autor coinciden con las que elegiría yo. En este caso, asombrosamente, debo constatar que Rufus ha hecho casi la misma selección que la mía. Yo podría prescindir de su lectura de “Hallelujah”, preciosa pero no superior a la de Jeff Buckley. Y me sorprende que no haya incluido “Gay Messiah”, tema no ya solo reivindicativo y emblemático, sino musicalmente fascinante.
4.El recuento de temas según su procedencia confirma lo indiscutible: de entre los extraordinarios discos de Wainwright, ninguno tan apoteósico como “Want one” (2003).
5. Solo hay un artista masculino joven que pueda plantar ahora mismo cara, en emoción y excelencia, al neoyorquino-canadiense: Teddy Thompson. Uno moreno y gay, otro rubio (o pelirrojo) y hetero, los dos provenientes de estirpes musicales fascinantes. Teddy y Rufus son grandes amigos y aquí podemos escucharles juntos (igual que ya sucediera en la banda sonora de “Brokeback mountain”) en “One man guy”, un precioso tema de Loudon Wainwright III mediante el que el hijo intenta reconciliarse con el padre. ¿Para cuándo un álbum conjunto Rufus/Teddy? ¿Alcanza alguien a imaginar qué barbaridad de repertorio podría salir de ahí?