En tiempos de escuchas compulsivas (o impulsivas), adelantos de tres minutos que se interrumpen a media escucha y recorridos frenéticos a merced del algoritmo, no es habitual que un primer álbum se extienda a lo largo de 16 composiciones y por espacio de casi una hora. El capvespre del déus es en ese sentido una temeridad y, en todos los demás, una maravilla. El quinteto de Molins de Rei (Barcelona) es una criatura de Gerard Capdevila, que canta, produce, compone y toca la guitarra en una obra que, necesariamente, ha de haber madurado durante largo tiempo. Porque este Atardecer de los dioses encierra información abundantísima y una gama estilística solo al alcance de quien ni es un recién llegado ni milita ya en la generación de los mileniales.

 

Hay algo de vago álbum conceptual en este trabajo de letras crepusculares y angustiadas, de revulsivo sonoro frente a un mundo (el de la pandemia, pero también el de antes) que se empeña en ponérnoslo difícil. Pero lo meritorio es todo el desarrollo musical que sustenta el discurso, casi una suite de rock contemporáneo que alterna momentos de solemnidad con no pocas alusiones al post-rock y, sobre todo, al pop-rock progresivo. Porque Incerts abre boca con un espléndido resplandor guitarrero que trae, y mucho, a la memoria a los Radiohead de No surprises; Odissea pasa del sosiego acústico a un corear pomposo que les haría gracia a los seguidores de Coldplay; y Lluny, que también se toma su tiempo para crecer a partir de un comienzo mucho más contenido, parece la demostración empíritca de que a Midlake les habría gustado escribir en algún momento un The dark side of the moon para el siglo XXI.

 

La propia estructura del trabajo, concebido como álbum doble para el vinilo, con temas breves a modo de paréntesis cinematográficos y otros mucho más extensos, abunda en la filiación sinfónica de Capdevila. Funeral y Rèquiem son en realidad una sola pieza, con parte vocal y coda instrumental, sobre la que vuelve a planear el influjo de David Gilmour (con deje de western en el desenlace). Por su parte, La caiguda del déus acentúa la interacción entre guitarra acústica y órgano para agigantar un porte casi catedralicio. Y queda mucho más aún que escudriñar aquí y allá en este trabajo raro en su soberana excelencia: un grupo del que apenas teníamos pistas se nos destapa, de buenas a primeras, con este discurso abrumador, riquísimo y deslumbrante.

2 Replies to “Sildàvia: “El capvespre dels déus” (2021)”

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