Sophie Ellis-Bextor nunca ha perdido el foco ni ha desatendido su trayectoria discográfica, pero parece evidente que la inclusión de su salvajamente brillante Murder on the dancefloor (2001) como tema central de una película tan brutal y adictiva como Saltburn (2023) ha servido para revitalizar su figura y difundirla entre una franja generacional que hace un cuarto de siglo aún no tenía uso de razón como para estar pendiente de las emisoras de FM. Lo más llamativo, en realidad, es que el reverdecer súbito de aquel one hit wonder con casi un cuarto de siglo de historia termine sirviendo para reivindicar la figura de la londinense como la auténtica «reina de la música disco», un título al que se postula sin disimulo con un álbum escandalosamente bailable, animado y desinhibido. Una jugada audaz, pero decidida, con la que pretende recuperar un lugar de privilegio debajo justo de las grandes bolas de espejo.
Fue la misma Sophie la primera que se había apartado motu proprio de aquellas directrices juveniles a lo largo de la última década de su carrera. No olvidemos que desde 2014 había imprimido un giro a su trayectoria más en línea con la canción de autor, el folk independiente y demás géneros con vitola gourmet, para lo cual se encomendó a uno de los mejores autores del pop británico, Ed Harcourt. Y no, no se trataba de una alianza circunstancial: esa búsqueda del pop pluscuamperfecto y elegante se prolongó hasta 2023, cuando Ellis-Bextor y Harcourt dieron forma a un tercer LP conjunto, Hana, tan alabado por la crítica como alejado de las grandes audiencias. En él se deslizaba la conmovedora Until the wheels fall off, una crónica personalísima sobre el padrastro de Sophie, que al saberse muy enfermo de cáncer de pulmón dejó detalladas instrucciones sobre cómo quería que fuese su funeral y qué canciones debían sonar en él.
Muy poco después de aquello, el efecto Saltburn salta a la vista con este giro copernicano. Ha habido que esperar a este octavo elepé para emprender una vuelta a los años mozos de la que nuestra protagonista sale muy bien parada: porque sabe lo que se trae entre manos, le gusta, se lo cree y, por si fuera poco, cuenta con una nómina abrumadora de aliados de primer orden.
Murder on the dancefloor finalizó el ejercicio de 2024 como el sencillo de una artista femenina más vendido en el Reino Unido durante todo el año, un argumento lo bastante convincente como para que su firmante ya hubiera dado rienda suelta a la fantasía bailable con el primero de los seis adelantos que ha conocido este elepé, el muy efusivo Freedom of the night. A partir de ahí, la coctelera se agita con una fórmula en la que conviven desde ABBA hasta Madonna, e incluso algún devaneo de electropop (Vertigo) que no desentonaría como candidatura británica para alguna próxima cita eurovisiva. Y todo ello bajo la rúbrica de la propia Sophie, aunque se rodea de una generosa nómina de productores (Jon Shave, Richard Stannard, Duke Blackwell, Kid Harpoon, Karma Kid) a la que se suma su propio marido, Richard Jones.
Juega el título con los términos «pop» y «perimenopausia», el periodo previo a la retirada de la regla, y el mensaje se torna nítido: puede que nuestra protagonista soplase 46 velas esta pasada primavera y se merezca una celebración por sus bodas de plata en el oficio de la música, pero a sus años goza de toda la legitimidad y pericia para bailar y ser bailada. Perimenopop es un manifiesto epicúreo que, con las mismas, se convierte en reivindicación de la madurez pletórica y alegato frente a ese burdo edadismo que nos merodea. Porque asombra comprobar cómo Ellis-Bextor apenas baja el pistón durante estos tres cuartos de hora frenéticos con apenas un par de tiempos medios al final, Heart sing y el elegantísimo Don’t know what you’ve got until it’s gone.
Puede que esta mamá de cinco criaturas (¡todos varones!) haya ejercido la opción del oportunismo una vez que la casualidad la ha rehabilitado como diva para las pistas de bailes. Y no obviemos que el reciente auge imparable de Dua Lipa, pero también de nombres consolidados con anterioridad (Kylie Minogue, Miley Cyrus), propicia un entorno favorable para este segundo gran desembarco. Pero Perimenopop es un calambrazo frugal y adictivo a cualquier hora. Y también para su disfrute desde la butaca del salón.