El nombre de Nacho García empezó siendo cantinela, pero a estas alturas ya hace tiempo que alcanzó la categoría de clamor. De ahí que este debut en formato largo de St. Woods, su sobrenombre artístico, tenga mucho de acontecimiento en el circuito nacional, más allá de que las circunstancias provoquen incertidumbres y susciten las mayores nostalgias. Pero todo pasará, incluso “todo esto” (la perífrasis eufemística más recurrente de las últimas semanas), y habrá tiempo de encandilarse, en la noche capitalina y en otras muchas latitudes, con la figura de este muchacho que ha ido creciendo sin cesar desde las primeras veces que nuestros radares fueron captando su nombre. Y en capacidad de seducción, por encima de cualquiera otra de las variables.
García es dueño de un cerebro lúcido, una escritura inspirada y una garganta con ese punto de frágil vulnerabilidad que tanto agradecemos, a menudo, entre las nuevas voces masculinas. Los chicos pueden sincerarse, desnudarse, mostrar pliegues y endebleces, y esa perspectiva es la que afronta Nacho con Bones, una especie de radiografía musical que llega hasta los propios huesos. Bones es hermoso, intenso y dramático. Y lo bastante versátil como, aun partiendo de presupuestos estéticos muy etéreos, abrazar también el calambre eléctrico en Fire o Time (for you). Esta última, con un uhhh uuuhhh entre estrofas que causará estragos sobre las tablas.
La habilidad de St. Woods para buscarse ilustrísimas aliadas artísticas, a la vista de que actrices como Nadia de Santiago, Anna Castillo o Greta Fernández asoman por sus últimos vídeos, refrenda el potencial de este madrileño al borde de los treinta. Empieza su álbum con On me, más cerca del soul electrónico de James Blake, pero enseguida queda patente que el apelativo de “el Bon Iver español” le acompañará durante una larga temporada. Falta ir acumulando un poco más de personalidad propia (que no debería pasar por el autotune de Bones-Psalm, por cierto), pero los mimbres son, de entrada, espléndidos. Lo bastante como para justificar las expectativas previas y recomendar un seguimiento intensivo. También, ojalá que pronto, en los mentideros de la noche madrileña.