Difícil escorarse hacia la indiferencia con The 1975. Nunca habían pasado inadvertidos con anterioridad, pero este disco es un río tan caudaloso como rico en meandros. Escucharlo de manera íntegra nos llevará hora y media; asimilarlo y comprenderlo, muchas más. Disfrutarlo, seguramente desde el primer minuto.

 

Bueno, quizá justo desde el primero, no. The 1975 vuelven a presentar una canción titulada The 1975, que en estos casos sirve para encapsular un discurso de la joven activista medioambiental sueca Greta Thunberg. No es lo más sencillo para abrir boca, aun suponiendo que nos manejemos con suficiente solvencia con el inglés. Pero es una toma de postura. Una declaración de principios. Una hermosa inmortalidad pop para un personaje tan icónico, controvertido y seguramente necesario. Y una manera de abrir fuego, porque a partir de ahí Matthew Healy y su compinche habitual, el batería George Daniel, se encargarán de no repetir ni una sola vez el argumentario.

 

Hay contenido en estas Notas. Mucho. Este no es un ejercicio de evasión, a diferencia de lo que les atribuyen sus furibundos detractores, los mismos que en su día les concedieron el premio del New Musical Express a La Peor Banda. De la perorata de Thunberg pasamos a la salvaje descarga garagera de People o a la placidez acústica de The birthday party. Y al poco descubrimos que Jesus Christ 2005 God Bless America, con Phoebe Bridgers a bordo (¿para acallar a tanto bocazas?), podría haberla inspirado Sufjan Stevens. Y que I think there’s something I should know evoluciona a lomos de un irresistible fondo de dubstep.

 

¿Por qué no asumir todos nuestra propia condición plural, poliédrica? ¿Tiene que llegar un renacuajo como Healy para recordárnoslo? Los jóvenes pueden cantarnos las cuarenta, en efecto. Y el líder de The 1975 no necesita pedirle disculpas a nadie para escribir If you’re too shy (Let me know), una perla para el consumo descomunal que no desentonaría en el cancionero de Maroon 5. Y luego echar el freno con The end (Music for cars), ambiental como si a los mandos de la producción hubiera contado con Brian Eno.

 

Sucedía ya con A brief inquiry into online relationships (2018), el antecesor inmediato, y ahora se acentúa la sensación. Un disco de The 1975 es un laberinto. Un cruce de cables. La lista de escucha de un milenial hambriento de sensaciones. Comprobando el resultado, no hay manera sensata de reprochárselo a su inabarcable responsable. Matthew Healy tiene muchas cosas que contar y ninguna gana de callárselas. No seamos tímidos, ni muchísimo menos prejuiciosos. Bien merece, clamorosamente, nuestra atención.

 

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