Todos esperaban mucho, quizá demasiado, del noveno elepé de los Doobie Brothers. También aquellos que, en España, les seguían con devoción desde espacios radiofónicos como Área reservada, que dirigía el añorado Antonio Fernández desde las ondas, de aquella, de Radio Juventud. Ni siquiera hacía falta saber qué significaba aquello de Los Hermanos del Canuto, en caso de que algún hermano mayor piadoso facilitase la traducción: What a fool believes?, el tema central de Minute by minute, se había convertido en 1978 en un exitazo colosal, ignorábamos las férreas disputas internas y el precario equilibrio de egos que se había fraguado y todos aguardábamos este nuevo elepé con aquella avidez de cuando las cosas se hacían esperar. A casi nadie le convenció, ni siquiera a sus firmantes: One step closer acabaría siendo el último álbum en estudio de aquella formación, que echó el cierre tras una gira que ya anunciaba el fin con su bautismo doloroso, The farewell tour (existe un doble elepé de 1983 que les quedó, por cierto, bastante lánguido).
La criatura de los californianos se intuyó ya desde el primer momento como una entrega endeble, decadente, mustia; un tiro por la culata. Pero el tiempo y la perspectiva permite ahora recobrar su escucha desde el cariño, más si le sumamos nuestra muy humana fijación por los renglones torcidos y las obras menores, por esos hijos con menos don de gente a los que sus hermanos más pintones terminan eclipsando a ojos de las visitas. El problema pudo radicar en que a esas alturas los Doobie se habían convertido casi en la banda de acompañamiento de Michael McDonald, un fichaje accidental en 1976 que acabaría eclipsando a Pat Simmons, Tom Johnston y compañía; los tipos que habían dado el callo desde el comienzo de la década y alumbrado algunos discos (Toulouse Street, The captain and me) grandes como castillos.
Aquí, Real love intentaba sin disimulo seguir la estela de What a fool believes; y el espléndido tema central, la de Minute by minute. Era un doble paralelismo que no cuajó en ninguno de los dos casos, pero merece una revisión mucho más clemente de la que mereció en su día. Mientras, el recién fichado saxofonista Cornelius Bumpus (que provenía de… ¡Moby Grape!) aportaba Thank you love. Pero la cara B encerraba dos joyas hoy olvidadas de McDonald, Keep this train a-rollin y la deliciosa One by one. Buena gana de perdérselas. O de no seguir disfrutando con lo que aún hoy queda de la formación, desde luego sin rastro de McDonald ya desde 1983.
Selección 15 era el programa que pinchaba a los Doobie desde el Minute by Minute. El primero de McDonald también. De 9 a 14 horas en Radio Juventud, 5 horitas de nada. Área llegó algo después.
Gracias por el apunte, José Luis. La verdad es que no recordaba ‘Selección 15’, ¡bien está saberlo…!