Entre cenizos y pusilánimes hay cierta tendencia a sostener que ya lo hemos escuchado todo, afirmación desdichada en cualquier caso y disparatada para quienes no se hayan adentrado aún en la voz de Benjamin Woods. Porque este muchacho del sur de Inglaterra no es un cantante al que debamos escuchar, sino en el que necesitamos sumergirnos. Su voz de barítono es de profundidad abisal y belleza avasalladora, como si a Stuart Staples, el cantante de los Tindersticks, le doliera aún más la gravitas de la vida y esa pesadumbre que nos lo emborrona todo en los malos tiempos. Porque On grace & dignity es un álbum definitiva, superlativamente triste, pero hermoso como escucharemos pocos a lo largo de todo el año. La melancolía, Benjamin, te sienta muy bien.

 

Cuidado: hablamos de un muchacho de treinta y pocos, lo que incrementa el asombro ante el pesar que se le intuye en los tuétanos y la espesura de esa voz de crooner echado a perder a las tantas de la madrugada. Pero On grace… no solo es el relato (y el retrato) del invierno de 2020, con todas sus pandemias, incertidumbres, congojas, horrores y estupor, sino también la crónica de un despido laboral, el regreso al domicilio paterno, el día a día deprimente de un trabajo precario como peón de la construcción. Es un disco en el que la bruma lo envuelve todo, pero que por eso mismo representa una deslumbrante ventana de poesía frente al monótono desfile de álbumes sobreproducidos y canciones que han de estallar en los primeros 20 segundos para que el dedo nervioso del consumidor digital no seleccione a otro artista.

 

No es de extrañar que sea al final un sello de postín, 4AD, el que haya querido contar con Woods/Golden Dregs entre sus filas, o que el coproductor del álbum, Ali Chant, acredite trabajos con Aldous Harding o Perfume Genius en su currículo. Todos los cimientos, en suma, son lo bastante sólidos como para erigir a Benjamin en paradigma milenial de la tristeza, en el hombre que necesitábamos para sublimar las tinieblas del alma sin manierismos ni postureos. Qué va. The Golden Dregs es un precoz Leonard Cohen de la desolación.

 

Son solo 38 minutos: abandonémoslo todo para zambullirnos en ellos. No tienen desperdicio, empezando por el tímido (y engañoso) acelerón inicial de American airlines, pero con escalas innegociables en Not even the rain, casi una nana de Richard Hawley; Vista, con su bajo practicando un galope juguetón, o Sundown lake, que parece un temazo de Talking Heads hacia 1983 pero en versión ralentizada, como si el vinilo no alcanzara las 33 revoluciones. Admirador confeso de Raymond Carver, Woods dice que a día de hoy ya está mucho mejor, y nos alegramos por él, pero no está claro que por nosotros.

3 Replies to “The Golden Dregs: “On grace & dignity” (2023)”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *