Comienza a notarse no ya expectación, sino auténtico revuelo, en torno a este chavalito inglés de 23 años, cara de guapete travieso y garganta rugosa como lija que debuta con un álbum decidido e impetuoso después de que ya algunos epés previos hubiesen despertado el año pasado la curiosidad entre los oteadores de los nuevos talentos. Natural de Bedfordshire y afincado en Londres desde hace ya una temporada, Grennan comenzó despuntando en el circuito de cantautores pero ha terminado ampliando el radio de acción y volviéndose más ambicioso, en cuanto a sonido y aspiraciones de repercusión. Este debut resulta pegadizo y pomposo, como corresponde a un trabajo dirigido por un par de productores que han trabajado con Adele (Fraser T. Smith) o The Killers (Dan Grech-Marguerat). Y esa decisión de engordar sonido y empeños tiene algo de arma de doble filo: según por qué lado le pillemos el punto, Grennan puede seducirnos por sus conexiones estilísticas con Jamie T o colocarnos en guardia si quienes nos vienen a la cabeza son los germanos Milky Chance. No es lo más frecuente, conste; de hecho, el arranque del álbum, con “Found what I’ve been looking for”, “Royal highness” y “Barbed wire”, resulta seductor, arrollador y con un punto de arrogancia chuleta que puede ser muy atractiva. Es más, cabe sospechar que un buen puñado de estas canciones se harán bastante irresistibles encima de un escenario. Pero Grennan, a sus tiernos veintipocos, dispone de tiempo para encontrar una mayor variedad en la escritura; seguramente nos podríamos ahorrar alguno de estos 16 títulos, en ocasiones reiterativos. Todos saldríamos beneficiados; en especial, el talento que ya aflora en este muchacho.