Esta caja es un empacho en toda regla, un festín casi inabarcable, pero a veces entran ganas de darle gusto al cuerpo y abandonar cualquier atisbo de moderación. Sus buenas siete horas de música anidan aquí, con muy, muy pocos minutos de material magro, prescindible o circunstancial. Supongo que nos estará pasando a todos: la marcha de Tom Petty fue tan repentina, inesperada y dolorosa que llevamos dos semanas lamiéndonos las heridas, reincidiendo en su obra, inmersos en una especie de tributo privado, en un acto de agradecimiento íntimo y esencial.
Aquí, en esta colección monumental, estaba lo mejor de las dos primeras décadas del rubiejo. Sin asomo de racanería, insistimos. Con tres álbumes para repasar lo mejor de la discografía oficial hasta ese momento y otros tres más de, digamos, rarezas. Temas inéditos, caras B, lecturas en vivo, maquetas, aquellos inicios incomprendidos y fabulosos bajo la etiqueta de Mudcrutch… En fin, este tío era muy grande. Ya ves tú que descubrimiento. Pero lo era. Y escuece no tenerle ya, urdiendo nuevas páginas. Vaya que si escuece…