No queda nada claro que Natalie Mering, la mujer que se oculta tras el sobrenombre artístico de Weyes Blood, se haya superado con este nuevo disco, sobre todo porque cometió en este sentido la imprudencia de marcarse un antecesor sencillamente descomunal. Aquel Titanic rising sacudió los cimientos de la canción de autor con voz femenina de 2019, y ahora la quinta entrega de la californiana refrenda que nos encontramos ante una de las creadores más poderosas y propicias para el embeleso que ha alumbrado la última década. Porque And in the darkness, hearts aglow es un título complicado de memorizar, pero su contenido resulta todavía mucho más difícil de olvidar. Porque transita por otra galaxia, en forma y fondo; tanto en timbre vocal como en la calidez para unos arreglos que parecen el resultado de una pintoresquísima alianza entre Burt Bacharach y Keith Emerson. El de Emerson, Lake & Palmer, sí; créannos.

 

Mering es una artista no ya carismática, sino de hechizo paralizante. Su voz, hermosísima, parece trazar el ángulo perfecto entre Joni Mitchell y Karen Carpenter, mientras que la manera de escribir evoca una versión femenina de aquella sensibilidad epidérmica del primer John Grant, el de Queen of Denmark. Las piezas de Weyes Blood son más abrumadoras aún cuando se alargan sin prisas, una circunstancia particularmente inusual. Hágase la prueba con los dos superlativos temas inaugurales, It’s not just me it’s everybody, que se prolongan en ambos casos por encima de los seis minutos. Son pasmosos. Y tampoco nos importa en absoluto la parsimonia de la planeante God turn me into a flower, envuelta en un tupido manto de sintetizadores. Es más: parece producida por el difunto Vangelis en los tiempos de Jon & Vangelis, cuando jugaba a extender sus hechizos a los territorios del pop a través de la voz de Jon Anderson.

 

El gusto por los teclados analógicos y demodés define una parte significativa del sonido de este And in the darkness, una crónica de búsquedas personales, superaciones y estupores varios que ahora se presenta como la segunda parte de una trilogía que habría comenzado, precisamente, con Titanic rising. Otra noticia maravillosa y a la vez envenenada: ¿se puede mantener, realmente, este nivel en la composición, en las hechuras, en el cargamento emocional? Hearts aglow, por ejemplo, abre la cara B con un equipaje de soft rock narcótico, como si David Lynch le hubiera susurrado que se postulara para una nueva versión de Twin peaks. Y nos queda incluso la relativa sorpresa de Twin flame, que aprovecha los ritmos pregrabados para adentrarse por un synth pop a cámara lenta. Y sí, se cumplen las expectativas: Natalie parece por ahora capaz de salir bien parada de cualquier atolladero por el que se adentre.

2 Replies to “Weyes Blood: “And in the darkness, hearts aglow” (2022)”

  1. Soy feliz desde que encontré esta web, coincido mucho con los comentarios y sobre todo descubro discos que sin ella me perdería. También comparto opiniones de discos antiguos, de los que dispongo en gran cantidad, en versión vínilo guardados en un trastero.
    Como el primer disco de John Grant no hay otro, ahora se ha perdido en electricidades que no me aportan nada. Burt Bacharach es un genio absoluto, busco desesperadamente todo lo que suene a ël.
    Me gusta mucho Weyes Blood aunque me cansa oír 1 disco entero.
    Me encantan tus comentarios, 1 reseña diaria me sabe incluso a poco.
    Muchas gracias por existir.

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