Wim Mertens no solo sigue vivo y coleando, sino en un estado de forma que sorprenderá poderosamente a quien no haya seguido de manera puntual (y no es sencillo) sus movimientos. El compositor belga roza los 60 álbumes como lo oyen a lo largo de estas casi cuatro décadas que median desde 1980, fecha de sus primeros registros, pero es probable que muchos le perdieran la pista tras sus años de gloria minimalista. Mertens era un pianista adscrito a la escuela de Philip Glass e incluso disputó a Michael Nyman la condición de compositor de cabecera del extravagante realizador británico Peter Greenaway, para el que compuso la banda sonora de “The belly of an architect”. Quienes conserven a aquel autor en la memoria tan solo le reconocerán ahora en esa evolución pesada, parsimoniosa y reiterativa de “Freeze on volume”, bello ejercicio en torno a instrumentos de madera de tesitura grave. Pero el trabajo se abre con “The remainder”, una pieza protagonizada por el arpa y con regusto a los viejos discos de Andreas Vollenweider, mientras que la combinación de acordeón y redoble de caja, insólita en Mertens, confiere un cierto aire popular de pasacalles a “Affording more”. La sorpresa es aún mayor al corroborar que el belga cada vez ejerce como un vocalista más competente y matizado, con modos remotamente inspirados por la ‘chanson’ en el caso de ‘En chair et en os’. A sus 65 años, nuestro protagonista ha conseguido redondear una colección mucho más cercana a la música de cámara y la vanguardia amable que a las nuevas músicas. Y el tono casi pastoral de “What holds for all” cierra esta gratísima sorpresa con una maravillosa sensación de tiempo sostenido, de campiña acogedora.