Basta escuchar Tornar, tema inaugural del álbum y adaptación al catalán del eterno Volver gardeliano, para comprender que nada es anodino, convencional ni predecible en el trabajo de Magalí Sare y Manel Fortiá. Parece suicida abrir un disco recreando un clásico reproducido y reinventado hasta la saciedad desde hace la friolera de nueve décadas, pero el tándem se tira a la piscina con una desnudez arriesgadísima y sagaz; un acercamiento mínimo y lacónico al principio, con la voz de Magalí apenas acariciada, cual habanera, por unas pocas notas sueltas del contrabajo de Manel, para acabar imprimiéndole un giro de guajira flamenca según la pieza va avanzando y creciendo.

El hallazgo es diferente, esencial y estimulante, y define las reglas del juego para todo el trabajo: la revisión de piezas latinoamericanas desde la perspectiva de la audacia y el intercambio, como si el dúo ejerciera el oficio del navegante y fuese buscando tesoros de orilla a orilla, pero sin renunciar a impregnar los hallazgos de su propia y orgullosa naturaleza mediterránea. De ahí también lo de reTORNAR, como guiño a la obra de Gardel e ideario para estas singladuras contemporáneas en las que los navegantes ya no necesitan echarse a la mar para impregnarse del salitre y el aroma de otros puertos.

Sare, barcelonesa del 91 con un currículo ya impactante, aliada de Clara Peya, soprano con el Quartet Mélt, cantautora por su cuenta o copartícipe de un celebrado dúo con el guitarrista mallorquín Sebastià Gris, es una vocalista dúctil, maleable y poliédrica, de giros nada fáciles de prever y audacias múltiples a la hora de estirar las posibilidades de una garganta educada en academias jazzísticas pero de encapsulado imposible. El mejor ejemplo lo constituye su acercamiento el tradicional menorquín Roseret, donde se gusta y explaya con juegos y sollozos vocales de toda condición, cambios de dinámica y tesitura, diabluras traviesas y ronroneos. Resultarán inevitables las comparaciones con Sílvia Pérez Cruz, a la que ya teníamos por libérrima. Pues bien: puede que Sare lo sea aún más.

La austeridad instrumental de reTORNAR es un reto para las dos partes de este proceso comunicativo, los oficiantes y los oyentes, pero Sare y Fortiá consiguen que casi nunca echemos de menos un mayor despliegue sonoro en unas piezas que casi siempre cuentan con el escueto ropaje del contrabajo y algunas percusiones. Hay aportaciones adicionales enriquecedoras, como los efectos de voces procesadas que arropan esa preciosidad portuguesa, Senhora do almortao, con la que nos familiarizó Zeca Afonso. Y se agradece la irrupción de un par de flautas entrelazadas, muy al gusto de un Jorge Pardo, que agrandan las dimensiones de esa eternamente bella La leyenda del tiempo, la imperecedera pieza de Ricardo Pachón para Camarón a partir de la poesía lorquiana.

Esto no es un disco, sino una caja de sorpresas: la derivación hacia la batukada en Cambalache, el bolero devastado de Verdad amarga, los permanentes cambios de compás con los que redescubrimos, entre desconcertados y abducidos, una partitura a priori tan trillada como Guantanamera. Obsérvense, en fin, las disonancias contemporáneas de Fortià para el Modinha de Vinicius de Moraes. He aquí un ábum original y brillantísimo del que no nos importaría conocer una versión más boyante y pletórica en cuanto a la alineación instrumental.