Ha tenido que ser Joaquín Torres quien obrase el milagro, que no es precisamente pequeño. Y el que de paso reivindique su propia figura, de una trascendencia ineludible en el pop-rock español de los últimos ¡sesenta! años, aunque el suyo no sea un nombre en exceso conocido e identificado entre el gran público. El productor e ingeniero de sonido, fundador y líder de Los Pasos cuando apenas alcanzaba 16 primaveras, director artístico de Movieplay y responsable de cientos de álbumes (y no es hipérbole) desde sus estudios de Torres Sonido, ha servido de instigador y catalizador para esta reunión de prácticamente todos los pioneros vivos del rock en España. La lista de ilustrísimos ronda los 30 nombres, a los que debemos sumar una avalancha de coristas, integrantes originales de aquellos grupos que abrieron camino y hasta algunos grandes músicos de estudio de las nuevas generaciones; entre ellos, a título de ejemplo, el impecable guitarrista Luis Rodrigo, hijo de Eduardo Rodrigo y Teresa Rabal.

Lleva tiempo explicarlo, bien se ve, pero conviene dejarlo con este mínimo detalle por escrito, porque la ocasión es sencillamente histórica. Y hablamos en términos literales, sin hipérboles. Nunca se había acometido un homenaje de estas dimensiones a aquellos locuelos desmadrados que emprendieron el camino de la “música moderna” en uno de los lugares menos indicados de la vieja Europa para encariñarse de las directrices de los melenudos, en la siniestra terminología que manejaba el No-Do para desdeñar todo lo que implicase una mirada avanzada, renovadora y abierta a la transgresión. Muchos ya no siguen entre nosotros para sumarse a esta celebración merecida y necesaria, pero la nómina aún vigente produce conmoción: a estas alturas no son meros artistas, sino personalidades venerables. Y que alguien haya sido capaz de congregarlos, a unas alturas de la película en las que pueden hacer mella el cansancio y el escepticismo, y hasta venciendo posibles rencillas ocasionales, reviste el marchamo de los acontecimientos históricos.

Había que plasmarlo con los honores debidos, porque la ocasión es insólita, casi impensable. El formato de librodisco con DVD aúna la vertiente musical y la documental, el retrato desde todos los ángulos. El discreto carisma de Torres, un hombre al que se hace difícil no ver con una sonrisa en los labios, ha permitido no ya una respuesta abrumadora, sino casi milagrosa en alguno de los casos. Emociona profundamente volver a escuchar la voz pálida e inconfundible de Rodrigo García (Solera, Cánovas Rodrigo Adolfo y Guzmán), apartado del mundanal ruido en su dulce y casi eremítico retiro gaditano desde hace más de una década, y que reaparece para urdir una estupenda lectura de Dama, dama, de Cecilia, junto a Manolo González, último gran pilar de Los Brincos. Y provoca escalofríos la recuperación de esa garganta ronca y negroide de Teddy Bautista, genio sin parangón de nuestra escena, aquel visionario en Los Canarios que sacaba siete pueblos de ventaja a sus congéneres. Lástima que se le identifique menos por ello que por su larga y fructífera etapa como gestor al frente de la SGAE, lastrada por unos últimos años algo desdichados.

El himno creado por Torres para la ocasión, Todos juntos por el rock and roll, es entrañable pero circunstancial, un batiburrillo de valor más simbólico que objetivo. Otro tanto podemos decir del repaso guitarrístico que el productor ofrece de algunas melodías inconfundibles del Dúo Dinámico, los primeros de entre los primeros. Pero los 14 temas restantes son chicha y sustancia puras, un repaso fantástico por clásicos celebérrimos y no tan recordados de aquellos primeros pasitos mucho menos titubeantes de lo que sugeriría la lógica.

Teddy se alía con Luis Fierro (¡Pop Tops!) para remedar el original, Hush little baby, de aquel Cállate, niña con la que el mundo conoció a Pic-nic y Jeanette, su adolescente cantante principal. Adolfo Rodríguez (CRAG, cómo no) se sirve de los coros de Aguaviva para sacarle lustre a Ojo por ojo, un temazo fantástico de Manolo Díaz (¡más adelantados a su tiempo!) para Los Pasos. Y José María Guzmán (CRAG, de nuevo) se conjura con Micky (sí, el de Enséñame a bailar) en torno a Tengo tu amor, aquel caramelo de pop multicolor a cargo de Fórmula V.

Por cierto, Juan Cánovas, por terminar con la nómina de CRAG, también comparece: junto a Joe González (Los Pasos) y con aquel Momentos que sirve para reverdecer la memoria de los granadinos Los Ángeles, otros que también se las ingeniaron para llegar mucho, muchísimo más lejos de lo que la pacata España del desarrollismo estaba dispuesta a concebir. Todo tiene, en fin, el aroma de lo auténtico y lo legítimo en Todos juntos…, obra seminal y quizá irrepetible, un acto de amor y de hermandad, un pedazo nada pequeño de historia viva. Publicarlo ya en pleno diciembre de 2022, con los lanzamientos navideños en los anaqueles desde semanas antes, quizá no fuese la mejor de las ideas. Pero esta entrega, fraguada por un plantel que suma una friolera de años, no tiene fecha de caducidad.