Algo estamos haciendo mal, pero rematadamente mal, cuando el regreso de un caballero como Graham Gouldman no se convierte en un acontecimiento discográfico de primera magnitud. Recapitulemos: compositor celestial para todo hijo de vecino durante la segunda mitad de los sesenta, con apenas veinte años recién cumplidos (¿les suenan Bus stop, de los Hollies, o For your love, de los Yardbirds?), artífice y pilar ineludible de los prodigiosos 10CC durante media vida (¿qué tal I’m not in love?), copartícipe junto a Andrew Gold de esa efímera y aparatosa superbanda ochentera llamada Wax (¿recuerdan Right between the eyes?), socio en la escritura de prodigios cantados para la nunca bastante añorada Kirsty MacColl. Gouldman transita ahora por los 78 años, entrega puñados de nuevas canciones inmaculadas cada tres o cuatro temporadas y, a lo que se ve, sigue siendo capaz de encapsular en píldoras de tres minutos esa confluencia mágica de melodía, historia, emoción y adherencia a la memoria.

 

Las 12 piezas que el de Broughton estrena ahora en I have notes son un prodigio de sencillez aparente y arquitectura minuciosa, empezando por ese adorable Floating in heaven alentado por el mismo don inalcanzable de McCartney y en el que el solo final de guitarra, en ausencia irremediable de George Harrison (al que le encajaba como anillo al dedo), lo asume otro buen amigo de la casa, un tal Brian May. Ventajas de una agenda apuntalada a lo largo de muchísimos trienios: Hank Marvin, el venerable estandarte de los Shadows, deja unas pinceladas de talento y bonhomía para el canónico baladón When you find love (que tampoco habría desentonado en el catálogo de Albert Hammond… ni en el de Paddy McAloon), mientras que otro jovencito prometedor llamado Ringo Starr –con el que Graham ha interactuado miles de veces en su All-Starr Band– desenfunda las baquetas en la enésima preciosidad, Couldn’t love you more, acaso el título más maccartiano del lote.

 

Ante semejantes eminencias venerables, la cantautora de country-folk Beth Nielsen Chapman se convierte a sus 66 primaveras en la benjamina de la pandilla con su irrupción en un dúo adorable y cabaretero, A Christmas affair. Pero todo es aquí descomplicado, dulce y adorable, con un Gouldman al que se le siguen cayendo las canciones de los bolsillos y no parece tener dificultad alguna para reponer las existencias. La perfección pop se titula Don’t tell lies, el recuerdo de 10CC es palpable con I’m lazy y para esa perla cantabile a la manera de los Everly Brothers que es Say you love me tonight no hay nada mejor que contar con Albert Lee, otro guitarrista de la escuela de los octogenarios.

 

Y como colofón, una lectura en vivo de Heart full of soul, obra primeriza para The Yardbirds de aquel GG veinteañero, aquí escoltado otra vez por Brian May y por el no menos fiero guitarrista Ron ‘Bumblefoot’ Thal, ex de Guns N’ Roses. Todo y todos muy grandes. Y sin necesidad de posturitas ni aspavientos.

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