Más allá de la anécdota de su fugaz candidatura eurovisiva de 2023, con aquella canción preciosa, Quiero y duelo, que a través del Benidorm Fest le proporcionó una visibilidad hasta entonces inimaginable, la albaceteña Carmen Toledo imprime ahora a su trayectoria ese gran salto que media entre lo circunstancial y lo decididamente sustancial. El tercer álbum de Karmento es la puesta definitiva de largo de una artista que ha encontrado, ahora sin duda, el sutil equilibrio entre la tradición y la mirada contemporánea, entre la composición propia y la inspiración en el trabajo que nos han venido legando cuanto nos antecedieron, entre la minuciosa instrumentación acústica y los aderezos de la puntual floritura electrónica. El resultado tiene mucho de cuadratura del círculo: Carmen parece colocar un pie en cada uno de los hemisferios para terminar desarrollando un lenguaje elocuente –y seductor– desde cualquiera de los ángulos y perspectivas.
Muchos discos se conciben como la mera suma de unas cuantas buenas canciones, pero hay otros que nacen y fluyen a la manera de un río. Es el caso de La serrana, que echa andar a partir de una oda al agua y hasta casi una metáfora de la vida (El aguadero). El tercer álbum de Karmento representa una declaración explícita de amor hacia Bogarra, el pueblo de apenas 800 habitantes, en el corazón de la Sierra del Segura, donde se hunden las raíces familiares de la firmante. Y lo prodigioso es que Toledo haya sabido convertir la casuística local en un mensaje de validez y representatividad global. Porque todos tenemos o sabemos de La loca del pueblo, sea albaceteña o de cualquier otro recóndito paraje universal. Y de una u otra manera hemos sentido el desasosiego o el ardor de un Fuego encendido. Karmento apela a la esencia y lo consustancial, al componente más telúrico de nuestra naturaleza. Por eso La serrana acaba interpelándonos a todos de una manera tan directa, incluso a quienes las geografías concretas que lo inspiran y acogen les resulten del todo lejanas e ignotas.
Decidida a llamar a las cosas por su nombre, Karmento ratifica su toma de posición sobre su papel como mujer en el mundo con la elocuente Fangos, compromiso decidido con el feminismo y el “se acabó”, pero también formulación de agradecimiento a todos esos “hombres buenos” que pueden cruzársenos por el camino. La producción de Joel Condal ha sabido capturar ese espíritu caleidoscópico de una artista curiosa, analítica, dotada de una capacidad extraordinaria para la observación pero también para el abrazo. Pueden llamarlo neo-folk, si les place, pero La serrana acaba convirtiéndose casi en una lección sobre el difícil arte del bien vivir.
Total , algo tan intimo y local se convierte en algo universal , vital . Excelente disco
De lo íntimo a lo universal. Eso es, en efecto. Una maravilla. Gracias por compartirlo, Eduardo.