Mocho Gris nace a partir de la originalísima intersección entre un artista gallego, Lucas de Centi, y otro portugués, João Neves, ambos hermanados por formar parte del entorno artístico y colaborativo de Baiuca, aunque con otras facetas bien atractivas anotadas en el currículo: el primero, líder de Néboa y Mel o cómplice de Antía Muíño y las pandereteiras de Aliboria; el segundo, solista con trayectoria propia y muy mediático ascendente en el país vecino. Juntos han sido capaces de concebir un artefacto poroso y poliédrico, un libérrimo ejercicio de canción ibérica en el que tan pronto encontramos trazas de la música popular y tradicional como arrebatos electrónicos, incursiones en el jazz de nueva generación (ese saxo que cierra por sorpresa Camiño do alén es de todo punto hipnótico), el fado y hasta la sorprendente irrupción en Adeus que te vais embora de la cantaora onubense Rocío Márquez, insaciable en esa voracidad creativa que le lleva de un tiempo a esta parte a una sanísimo gusto por la vida hiperactiva y ubicua.
Alaban en el entorno de Mocho Gris su “discurso ético y sonoro dentro del indie ibérico”, una definición quizá algo enrevesada pero elocuente sobre la impredecibilidad de estos dos caballeros lo bastante juguetones como para jugar al despiste con un título ínfimo, 2, pero evidentemente confuso para un álbum de debut. Quizá sirva como metáfora de su gusto por anticiparse e ir por delante, y una alianza entre Galicia y Portugal que mezcla con desparpajo gallego, portugués y algo de castellano ya es en sí misma un ejercicio valiente y visionario. Igual que esa paleta de influencias que les lleva a apostar por el repertorio de creación propia, pero intercalado con versiones del efímero e influyente António Variações, el percusionista coruñés Xosé Lois Romero (otro de esos artistazos que asoma aquí y allá, también como estrecho aliado de Baiuca) y hasta Amália Rodrigues, de la que se recrea la conmovedora y no muy divulgada Grito (“Silencio, del silencio hago un grito / El cuerpo todo me duele, déjame llorar un poco…”).
Añadamos la coproducción de dos perros verdes como crnds y Hevi, más sesgados hacia lo urbano, y comprenderemos que 2 es un disco poético, intenso, desperdigado y a ratos felizmente inaprensible, además de que la hermosísima voz principal nos coloque en ese lirismo masculino muy rebajado en testosterona que ya nos conmovía en el caso de Nuno Guerreiro, cantante de Ala dos Namorados, y cuyo nombre nos ha venido a la memoria en más de un momento de la escucha. El mismo José Saramago, un sabio que tanto abogó por una Iberia transnacional y compartida, se sentiría muy orgulloso.
Muchísimas gracias, desde Lisboa (: