Entre 2008 y 2012, el septeto parisino colocó en la calle tres álbumes pintorescos y amenísimos de puro swing, para después desaparecer discretamente de la circulación y pasar al olvido entre la mayor parte de los aficionados. La rehabilitación reciente del proyecto se apuntala ahora con esta generosa antología que repasa, a lo largo de una hora y pico, lo más granado de aquel triplete discográfico y que permitirá ponerse el día a toda una nueva generación de curiosos. Porque el trabajo de estos magos traviesos del jazz de salón merece ser tenido en cuenta: sus traducciones al lenguaje jazzístico bailable de piezas conocidísimas del pop internacional de los años sesenta, setenta y ochenta constituye un pequeño hallazgo que va más allá de la anécdota y aporta un buen puñado de muy sólidos argumentos musicales.
Para adentrarse en la obra de Pink Turtle hay que eludir de entrada al menos dos prejuicios casi inevitables. Por un lado, las piezas sobre las que practican sus peculiares deconstrucciones son conocidísimas y han sido tantas veces recreadas que no parecen, a priori, las más apetecibles. ¿Quién podría sentirse atraído, de partida, por nuevas versiones de Imagine, Hotel California, Walk on the wild side o We are the champions, pongamos por caso? (sí, el resto de títulos incluidos en la recopilación están igual de trillados). Por otra parte, las adaptaciones al jazz (de ascensor) de clasicazos del pop han hecho fortuna en los últimos años a través de esas lecturas de lounge o chill out que nos asaltan, a poco que nos descuidemos, en decenas de locales supuestamente modernos y refinados, y que juegan la baza de servir como fondo sonoro al que nadie prestará atención en demasía, porque no resisten el menor análisis concienzudo.
Pues bien, en contra de lo que pudiera temerse, el trabajo de Pink Turtle no tiene nada que ver con todo eso. Los franceses abordan partituras famosísimas para hacer más palmaria su habilidad a la hora de darle la vuelta a todo y reinventar incluso las melodías y motivos más sacrosantos en la historia del pop. Los arreglos se los reparten entre Christophe Davot, guitarrista y cantante principal, y en menor medida el trompetista Michel Bonnet, pero tanto el uno como el otro acaban entregando filigranas muy ingeniosas y con soluciones inesperadas. Desde la conversión de A hard day’s night en una pieza instrumental al aprovechamiento espectacular que los metales extraen de la melodía de Can’t take my eyes off you, adictiva de por sí y, en manos de esta Tortuga Rosa, absolutamente eufórica.
Incluso originales que podemos tener demonizados, como Money, money, money (ABBA) o el ya mencionado We are the champions ganan en cuerpo y entidad tras pasar por el revolucionario filtro de Pink Turtle, que ni siquiera se achanta ante retos que podrían parecer más disparatados, como el de Smoke on the water, clásico por excelencia del rock duro. La única canción un poco menos conocida que sus compañeras, Everybody’s got to learn sometime (The Korgis, luego revitalizada por The Dream Academy), exprime al máximo la enorme belleza de la melodía original, pero puede que la mayor sorpresa del lote nos la encontremos con Born to be alive, un one hit wonder añejo, y irritante y hasta grimoso de Patrick Hernández que demuestra ser mucha mejor composición de lo que nunca habríamos sospechado. Escuchen con detenimiento a estos franceses, de veras, antes de extraer conclusiones precipitadas.
Me parecen una maravilla. Con mucho ingenio y músicos que saben lo que hacen.
Gracias Fernando por descubrir este recopilatorio tan peculiar.