Es bien conocida esa costumbre tan nuestra, tan española, de no dirigir el foco hacia los lugares y protagonistas que más lo merecerían, pero acaban perpetrándose injusticias tan flagrantes que bien podríamos ir corrigiendo esas tradicionalísimas querencias. El caso de Pipo Romero, guitarrista que genera admiración y asombro por medio mundo y del que por estas latitudes apenas encontramos momento para hablar, sirve como ejemplo de esas inercias que bien deberíamos invertir. A la altura ya de su cuarto trabajo en solitario, nos encontramos con un artista no solo virtuoso hasta el asombro, sino –y esto es más importante– con la capacidad renovada en cuanto a inventiva, sagacidad y audacia a la hora de encontrar una voz propia y personalísima, identificable casi desde los dos o tres primeros compases. Y eso, en un mundo de tanta excelencia, competitividad como el de la guitarra flamenca, en el que los compañeros de fatigas se cuentan por docenas, implica un mérito extraordinario.

Puede que alguno recuerde ya su historia. El músico gaditano se fogueó como músico de sesión y directo con docenas de artistas de fama, renombre y pedigrí, y en particular como integrante fijo durante años en las giras de El Canto del Loco, una experiencia que le permitió sentir lo que era saltar al escenario ante decenas de miles de espectadores. Habría tenido trabajo y pretendientes hasta la eternidad en esta faceta de guitarrista todoterreno, pero la disolución de la banda de Dani Martín, David Otero y compañía le animó a pegar el volantazo hacia las carreteras menos transitadas, las de la música enteramente instrumental y de raíz flamenca, pero trufada con muchos otros aromas mucho menos trabajados en las cocinas sonoras, desde lo étnico a lo ambiental y las nuevas músicas. Y ahí le tenemos: abriéndose camino a golpe de un coraje a veces casi temerario, pero admirable. Además de perseverante, porque las dificultades no le han amedrentado: Alborada acentúa su compromiso con ese léxico propio y, sin suponer una revolución respecto a sus antecesores, consolida un territorio poético, bello, singular e inexplorado.

El punto definitivo de no retorno ya había llegado con Ikigai (2022), un trabajo realmente bonito en el que la herencia flamenca se entreveraba con el jazz liviano o la herencia latinoamericana. Alborada da un paso todavía más decidido hacia ese acantilado personalísimo en el que el gaditano, a sus 42 años, se somete a las corrientes mediterráneas y el viento de Levante, pero también a otros influjos geográficos. La ejemplar Bailando en el tsunami esboza influencias clásicas de Tárrega, pero aún más elementos se conjugan en la pieza acaso más primordial, una Bitácora en la que confluyen desde Acoustic Alchemy al Larry Carlton de Alone but never alone (1986), un Earl Klugh en tiempos de Wishful thinking (1984) o incluso aquel Chet Atkins que algunos creyeron descafeinado con Sails (1987) y hoy se antoja absolutamente lírico, delicado y reivindicable.

Bitácora es un punto culminante en Alborada, aun pese a la duda de que ese coro final de su último minuto, de resonancias vagamente étnicas, no acabe colisionando con todo el desarrollo previo. Pero no podemos pasar por alto los atisbos electrónicos en el tema titular (con violín de Diego Galaz y acordeón de Jorge Arribas: ¡Fetén Fetén al completo!), que le aportan un aire etéreo y gravitatorio muy evocador. O esa rendición a modo de epílogo de Por una cabeza, el prodigioso tango de Gardel que Pipo transforma en sentidísima virguería. Importante, sí: el virtuosismo nunca empaña la magia, y ahí radica uno de los grandes méritos de este prestidigitador de las seis cuerdas (todas metálicas: adiós al nailon) al que deberíamos incluir, desde ya, en nuestras oraciones.

One Reply to “Pipo Romero: «Alborada» (2025)”

  1. Maravillosa forma de describir Alborada a Pipo y a su arte.
    Cuando la técnica y el gusto se mezclan de manera tan única y ejemplar, se hace magia. Y Pipo es el “Juan Tamariz” de la acústica.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *