La vida le reservaba un virulento giro de guion a Alex O’Connor, paradigma del cantautor aseado, tierno, enamoradizo y con esos aires de chico buenecito, creador de grandes himnos románticos que podíamos tararear desde primera hora de la mañana bajo la ducha y que hace un par de temporadas hubo de afrontar seis acusaciones consecutivas por presuntos abusos sexuales. El aún muy joven cantautor de Hampshire se declaró no culpable y la vista se zanjó con una absolución completa, pero las heridas de este proceso aún distan de haberse cicatrizado en el cancionero de The Alexander technique, un álbum que constituye una reorientación radical en la trayectoria de Red Orange County. Adiós a la ligereza feliz y despreocupada, hola al autodiagnóstico no siempre benevolente y la confesión desde las entrañas. Aunque duela, por supuesto.
Todo este contexto y circunstancias hacen de The Alexander… un disco inesperado, diferente, intimista, dolorido y a buen seguro desconcertante para quienes hayan seguido la trayectoria de O’Connor y le tuvieran por un talento precoz y jovial que invitaba a la sonrisa cándida y despreocupada. Pero las circunstancias han cambiado de manera radical en este quinto álbum, y no hay más que escuchar ese inaugural Alexander, a voz, piano y recitado, que tiene un ingrediente de confesión y otro de parte médico: Alex visita al doctor, atormentado por los dolores de espalda que le amargan la vida desde muy pequeño, una circunstancia que no es la más habitual en el caso de un chaval de 26 años.
El autorretrato, la primera persona y las confesiones a quemarropa se agolpan en una entrega que también se sale de lo habitual en lo cuantitativo: frente a los discos de dimensiones consabidas, este precoz y ahora lenguaraz talento británico entrega 16 cortes que acaban rozando los 55 minutos de cronómetro y convierten The Alexander technique en un álbum doble en su edición de vinilo. Hay algo de aluvión en todo ello, de acumulación de ideas y desahogo ligeramente incontrolado. Y se concentran las referencias conmovedoras a la salud mental junto a discursos que bordean la indulgencia o la anécdota.
Todo ello, en fin, se traduce en algunos cortes sensacionales, como el laberíntico 2008 o el poliédrico Guitar song, que en cuatro minutos se balancea entre la balada acústica y el neosoul para terminar enfilando un epílogo jazzístico. A cambio, otros pasajes transmiten sensación de redundancia temática y sonora, como si las turbulencias internas hubiesen privado a Rex Orange County de un mayor sentido de la perspectiva. Y ello lastra en parte, aunque nos dé rabia, su trabajo más ambicioso y concienciado. The Alexander technique supera de largo a su antecesor, Who cares (2022), pero aún no nos sirve como el definitivo golpe en la mesa que todos estábamos esperando de Alex O’Connor.