Evergreen es un disco de apariencia pequeña que en realidad aborda un reto de envergadura: transmitir desde la serenidad los sentimientos de pérdida, abatimiento y congoja. Sophie Allison, la muchacha que opera bajo el estandarte artístico de Soccer Mommy, sufrió en fechas recientes una pérdida cercana que no ha llegado a explicitar, pero lo bastante dolorosa como para definir una obra íntegra en torno a esa desolación. Y esta apelación a los árboles de hoja perenne es su particular ejercicio de catarsis, la búsqueda de un consuelo y una curación interior que siempre dejará cicatrices, pero al menos ya no heridas supurantes.

Impensable, en semejante contexto, que esta veinteañera de Nashville (aunque nacida en Zúrich, Suiza) ahondara en los senderos electrónicos, osados y exploratorios de Sometimes, forever, su trabajo de hace un par de temporadas. Evergreen nos recoloca de manera evidente en los territorios que con color theory (2020) ya nos la situaban entre las admiradoras de las chicas de la gran revolución indie-rock de los años noventa. Y si entonces ya podían venirnos nombres como los de Lisa Loeb, Indigo Girls y hasta Sarah McLachlan o Jonatha Brooke a la cabeza, ahora la producción de Ben H. Allen III, a quien hemos visto junto a Belle & Sebastian o Deerhunter, ayuda a actualizar ese sonido y afianzarlo en un espectro terrenal, cálido y muy atractivo.

La voz arenosa de Sophie, esperanzada desde la melancolía, hace estragos en los lacrimales con ese Lost como punto de partida, con ese lamento ante lo ya imposible (“si tuviese otra oportunidad se lo preguntaría”) acentuado por unas cuerdas preciosas. Hay mayor presencia de electricidad en los otros dos cortes descomunales del álbum, M (¿cuántas canciones llevamos ya con este mismo título escuetísimo?) y la excelente Some sunny day, seguramente la más noventera del lote junto a la calórica y musculosa Driver.

Otros nombres ilustres pueden venirnos a la cabeza durante la escucha, en particular el de Edie Brickell a la altura de Changes y hasta (¡sorpresa!) The Cure en el caso de Abigail, salvando las distancias. El último tercio del recorrido acentúa el tono lánguido y puede hacérsele más áspero al oyente más afectado por la muy moderna impaciencia. Pero concédanle un buen puñado de escuchas, aunque resulte una sugerencia extemporánea para este definitivamente desquiciado 2024.